Un día, un deseo, una infancia

Por Sandra @sandraferrerv

Hoy se celebra el Día Universal de los Derechos del Niño, tal y como lo dictaminó Unicef en su Asamblea General de 1954. Desde entonces Unicef ha seguido trabajando para que este día no quede en papel mojado. En 1959 se aprobaba la Declaración de los Derechos del Niño y 30 años después la Convención sobre los Derechos del Niño.

Todas ellas acciones encomiables y necesarias para no olvidarnos de algo que es básico en nuestra vida. La infancia es la raíz de todo ser humano. Y aunque no se pueda medir ni cuantificar, el amor, la autoestima, el afecto, la fuerza interior, todos esos valores que hacen que una persona sea alguien de bien, nacen en esos primeros años de vida. Si cuidamos a niños felices, aprenderán a ser felices, a transmitir positivismo y a criar ellos mismos en el futuro a otros niños felices. Si rompemos esa cadena, entonces el mundo funcionará mal.
Hoy es un día para recordar que los niños, esos seres indefensos que no se pueden defender ni reclamar ellos mismos sus propios derechos, deben tener a alguien que les proteja. Porque ahora, cuando son pequeños, no pueden hablar ni expresar sus sentimientos pero todo aquello que les duela, quedará grabado en su mente y de un modo u otro afectará a su vida.
Hoy es un día para reclamar que exista la infancia. Que no nos olvidemos que los niños han de ser niños. Que los niños han de jugar, reir, saltar, correr. Que cuanto más tiempo pasen rodeados y protegidos por la inocencia, más fuertes serán.
Y hoy es un día para lamentarnos de que, a pesar de más de 50 años reclamando esos derechos, aún existen muchos niños en el mundo que mueren de hambre, a causa de la guerra, por desastres naturales o simplemente por abandono de los adultos que los miran insensibles sin acordarse que ellos mismos fueron un día niños.