Hacia mucho tiempo que una película completamente interpretada me hacia disfrutar tanto como Un dios salvaje. La historia sobre dos parejas de padres que intentan solucionar una disputa de sus hijos en el piso de unos de ellos y que acaba en algo más que unas simples palabras, me pareció sorprendente. No solo por la colosal labor de los actores, sino por el excelente guión y el buen hacer del director.
Empezando por Polanski, ya a estas alturas y con películas como esta cada año es indudable que está en plena forma y es un auténtico maestro. Su "presencia" en el film es discreta, pero la manera y perspectiva de las tomas, la situación de la cámara, que interactua a la perfección con los personajes, amen del buen ritmo que le da al guión teatral en imágenes no se puede dejar de lado y es, desde luego, un trabajo maravilloso. En cuanto al relato de Yasmina Reza, poco puedo decir salvo que es un libreto magnífico, un fiel reflejo y crítica de una parte (media-alta) de la sociedad actual y que ha despertado en mi unas ganas terribles de ver la obra teatral. Quienes le aportan todo a la película y aguantan todo el peso de la historia son el cuarteto protagonista, todos ellos, sin excepción, están que se salen.
Una muy buena película, que vuelve a demostrar que cuando hay muy buenos actores, un guión inteligente y un director eficiente, el resultado es una gran pelicula. Un dios salvaje es divertida, crítica, amena y de una inmensa calidad; una de las pelis del año (como ya lo fue El Escritor el año pasado). Un film altamente recomendable y una obra maestra más de Roman Polanski. (8/10)