Estas dos delicatessen aguardan, pacientes, a ser devoradas, de cabo a rabo, por un perspicaz lector —por ejemplo, usted— un domingo cualquiera de un verano cualquiera —éste, por ejemplo—, con tan solo un descanso —como mucho dos— para ingerir líquidos y frugales alimentos, a la sombra benéfica de un árbol, de un toldo o de una sombrilla de playa. Edita —impecable, ya saben, como siempre— Acantilado.
Estas dos delicatessen aguardan, pacientes, a ser devoradas, de cabo a rabo, por un perspicaz lector —por ejemplo, usted— un domingo cualquiera de un verano cualquiera —éste, por ejemplo—, con tan solo un descanso —como mucho dos— para ingerir líquidos y frugales alimentos, a la sombra benéfica de un árbol, de un toldo o de una sombrilla de playa. Edita —impecable, ya saben, como siempre— Acantilado.