Un editor en el infierno. Rafael Díaz Santander

Publicado el 11 marzo 2015 por Elinfiernodebarbusse

Un halo de misterio rodea siempre a Díaz Santander

Fue en 1989 cuando Rafael Díaz Santander (hoy en el infierno) junto con Juan Luis González fundaron Valdemar, una editorial cuyos libros son, a buen seguro, objetos familiares en el hábitat de todo gran lector. Hablar de este sello es hablar del más nutrido catálogo editorial español de literatura de misterio y terror, género en el que se ha centrado, aunque sin descuidar otros interesantes focos de atención (entre ellos, la literatura de aventuras, fantasía, western, ensayo, etc.), por lo que Valdemar bien puede ser considerada una editorial todoterreno que hay poco con lo que no se atreva: desde Stevenson a Proust, pasando por Schopenhauer, Kafka, Flaubert, Dickens, Melville y un largo etcétera. Sus ediciones del canon de Sherlock Holmes y del Padre Brown, de Drácula, de Melmoth el errabundo o de La isla del tesoro, por citar solo algunos de los títulos que al señor Barbusse le vienen ahora a la cabeza, pueden considerarse auténticas joyas dignas de persecusión bibliográfica. Marcas de la casa: su gran personalidad y el cuidado externo e interno (léase traducción) con que trata todo lo que publica.  
Nadie lee nada. Si lee, no comprende nada, y si comprende, lo olvida enseguida. No lo digo yo, son palabras de Stanislaw Lem. ¿Demasiado pesimista?
No conozco el contexto de esa afirmación. Así en bruto parece un tanto radical, ¿no?
Imagínese que una inundación –por elegir una catástrofe– amenaza con hacer desaparecer su fondo editorial. ¿Qué libro (solo uno, por favor) salvaría? 
El manuscrito encontrado en Zaragoza. Pero puede que mañana eligiera otro…
Yo le digo: la calidad en la literatura es subjetiva. Y usted me dice…
Sí, claro, pero también está el buen gusto y el criterio, que también son subjetivos, de modo que esto es un bucle que no lleva a ninguna parte.

Salvado de la catástrofe

¿Con qué personaje de ficción le gustaría irse a tomar unas copas?
Con Dios, sin duda, habría que aprovechar para decirle unas cuantas cosas…
¿Qué título publicado por otra editorial le hubiese hecho feliz tener en su catálogo?
Uff, hay muchos, diré, por citar alguno, El Señor de los anillos, que además nos habría dado mucha pasta.
¿Soy un retrógrado, un romántico o un friki si le digo que mi experiencia con el libro electrónico me ha producido un efecto rebote y ahora compro más libros en papel que nunca?
Yo diría que no hay nada más retrógrado que esa fe y dependencia casi ciega en una tecnología que nos esclaviza, nos censa y nos controla. Pero, para no divagar, el libro electrónico es meramente un texto arrancado de su soporte natural, formateado para su lectura en diversos dispositivos. El cerebro se adapta sin problemas a la lectura en dispositivos electrónicos, pero conlleva pérdidas de orden estético y funcional. No es extraño que algunos necesitemos el papel para obtener el máximo placer. Salvando las distancias, no es lo mismo ver un cuerpo desnudo en una pantalla que tenerlo delante, ¿no?
Decía Kafka que un libro debe ser el hacha para el mar helado de nuestro interior. ¿Algún libro-hacha que destaque en su vida?  
Parerga y Paralipómena, de Arthur Schopenhauer, por ejemplo. Pero también podría ser la Antología del humor negro de André Breton.
Un libro que detesta o al que le tiene especial manía es… 
Peter Pan, por citar un clásico. No es que lo deteste, pero me cae mal ya desde la versión Disney.
En literatura, ¿está todo inventado?
Yo diría que sí, pero a lo mejor viene alguien y nos sorprende.
Dígale algo a un adolescente que no lee para que se sienta interesado por la lectura; o lo que es lo mismo, ¿qué nos aporta el acto de leer?
Le diría que se mantenga apartado de la lectura. ¿Para qué introducir la incertidumbre en un sistema de vida que le proporciona todas las respuestas? La lectura puede llevarle a plantearse preguntas incómodas sobre sí mismo y lo que le rodea, puede llegar incluso a intuir que detrás de lo que acostumbra a tomar por la realidad hay algo innombrable y tenebroso… Mejor que siga con sus cachivaches electrónicos sintiéndose libre en un mundo donde las ideas recibidas se propagan como un virus.

Uno de los títulos del canon holmesiano


Si mañana los alienígenas invadieran la Tierra y estos quisieran hacerse una idea, leyendo un libro, de cómo son los humanos, ¿qué obra les aconsejaría para ilustrarlos? 
La jungla, de Upton Sinclair. Y si después de esto quieren hacerse nuestros amiguitos es que son más perversos que nosotros y vienen a comernos.
Un clásico de la literatura que le sonroje no haber leído aún.
Todavía no he podido terminar Ulises, pero no me sonroja en absoluto: lo he intentado varias veces, y algún día puede que lo consiga.
Dígame un libro que le haya hecho reír (con o sin carcajadas).
A White Merc with Fins, de James Hawes. Creo que alguien lo tradujo al español como El plan perfecto, vete a saber por qué… Otra opción sería el de Los hombres salmonela en el planeta porno, de no me acuerdo qué japo loco.
Y otro que le haya hecho llorar (con o sin lágrimas). 
Recuerdo que me conmovieron mucho de pequeño La Dama de las Camelias, y Billy Budd, si es a eso a lo que te refieres.

Una delicatesse

Un autor de cabecera y otro de cabezada.
Thomas Ligotti, de cabecera. Para echar cabezadas está Thomas Pynchon.
Un autor del momento que presume se seguirá leyendo dentro de cien años.
Creo que dentro de cien años leer literatura será una actividad casi clandestina, reservada para gente melancólica o muy rara, y los autores se habrán extinguido.
¿Cuál es su lema como editor? 
Intentar no defraudar a nuestros lectores. Esto es casi imposible, pero hacemos el esfuerzo.
¿Qué opinión le merece la opinión de que los libros son caros?
Bueno, esto es muy relativo. A mí me parece caro el fútbol y las tarifas de telefonía y toda ese rollo. De todas formas, el mercado del libro en España es muy anómalo. Hay pocos lectores, muchas editoriales, pocas bibliotecas, un mercado de segunda mano casi inexistente... La mayoría de los editores que conozco las pasan canutas, así que no es un negocio muy boyante que digamos.
¿Cuál de los títulos que usted ha editado es el más vendido? 
Seguramente sea la narrativa completa de Lovecraft, a lo largo de los años…
¿Qué tiene Cincuenta sombras de Grey para vender 30 millones de ejemplares en todo el mundo?
No me jodas, ¿30 millones? No me lo trago. No puede haber tantos gilipollas en el mundo, ¿o sí? Bueno, este negocio es así, si consigues vender a la gente que no lee te forras.
Defíname lo que es para usted un libro bien editado.
Para mí un libro bien editado cuida todos los detalles, la traducción, si la tiene, la tipografía, la cubierta, los materiales empleados, la impresión, la encuadernación. Un libro bien editado es como un/a amante a quien quieres sobar todo el rato…

Ligotti, de cabecera

¿No debería pagarse el precio de un libro una vez leído, y no previamente sin que sepamos si nos va a gustar?
Me parece una premisa un tanto rousseauniana e ingenua, como de mundo perfecto. Ya puestos, podemos pagar sólo aquellas películas que nos gustan, o la música… ¡ah, espera, que ya nadie quiere pagar por estas cosas! No, en serio, hoy en día hay suficientes herramientas en Internet para saber si un libro puede gustarte o no. Equivocarse con algunos libros o autores es normal, el criterio se forma también con los errores.
¿Hay muchos gatos -bien maquillados- y pocas liebres en los expositores de las librerías españolas?
No, no, ni mucho menos. Estamos en una especie de edad dorada de la edición en España. En los últimos años han surgido multitud de pequeñas editoriales con catálogos excelentes que están recuperando obras y autores incomprensiblemente ausentes en nuestro país. Hay mucha basura tóxica en la superficie, pero si la apartas y buscas bien, encuentras verdaderos tesoros.
¿Editar en España es llorar o lloriquear?
Para nosotros ha sido y es divertido editar, si descuentas las enormes decepciones y las penurias económicas. No obstante, Valdemar es una editorial de “fans”, pocos, tal vez, pero enormemente agradecidos y leales, y esto es muy satisfactorio, te comprometes con ellos, da la sensación de que editas para un grupo de buenos amigos.
Una ilusión aún no cumplida.
Poder editar lo que me de la gana sin hacer números ni previsiones de ventas. Esto sería acojonante.