Valls ha asegurado que «es tiempo de responsabilidad y principios» poniendo a disposición de los comunes y los socialistas sus seis concejales.
Una sociedad moderna, como lo es España, debe asumir el compromiso de consolidarse como proyecto colectivo viable frente a los retos y desafíos que suponen los resultados de unas elecciones tan abiertas como las que acabamos de tener.
Un reto que debe servir para corregir los errores institucionales que se han vivido en política hasta ahora. El Estado actual requiere de una eficacia y una exigencia vigorosa y responsable, con acuerdos y políticas acertadas. Ya que no son pocos los casos hoy día que acentúan la crisis institucional con acciones u omisiones de quienes representan al país y que se ven enmarcadas en una profunda irresponsabilidad y un mal ejercicio de representación popular.
Lo único que hacen estos políticos malos, es crear desafección en la ciudadanía. Nos hacen sentir impotentes ante los hechos que se dan, sobrecargan todo de procedimientos y formalismos innecesarios a los que llaman herramientas de control. ¡Y un pepino, señores! Lo que sucede es que llamados a dar explicaciones políticas sobre sus responsabilidades prefieren no hacerlo.
A veces, distanciarse del hecho teórico y sumergirse en la realidad inmediata es fundamental para resolver los problemas que dificultan la realización de medidas eficaces de responsabilidad política, porque, ¿no es lo que les pedimos? Que sean capaces de responder de una manera transversal entre la mejor decisión y los principios de cada uno.
Hemos visto estos últimos días un ejemplo de ejercicio de responsabilidad en Manuel Valls ofreciendo un pacto a Colau y Collboni para evitar un alcalde independentista en Barcelona. El candidato de la plataforma BCN Canvi-Cs a la Alcaldía de Barcelona, ha ofrecido a la candidata a la reelección por Barcelona En Comú, Ada Colau, y también al candidato del PSC, Jaume Collboni, los votos de su grupo sin condiciones, para evitar que la Ciudad Condal tenga un alcalde independentista que sirva de palanca al soberanismo.
Cuando un individuo se presenta para representar a un pueblo, debe estar sujeto a llevar hasta las últimas consecuencias sus responsabilidades políticas. Esto, sencillamente está relacionado con un elemento histórico y que tiene relación con el origen de la confianza. Esa confianza que se entrega y por la cual, quien la recibe, queda obligado a responder ante quienes se la han delegado.
Así mismo, el candidato a la Alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, ha asegurado igualmente que cuando se empieza a pactar con partidos como Vox se puede perder el alma y los valores. Y propone un pacto en el que esté presente el PSOE. En realidad se trata de escoger la opción menos mala. En esto consiste la responsabilidad política, en pasar de las palabras a los hechos.
Íñigo Errejón es otro ejemplo plausible de responsabilidad política, pone igualmente sus 20 diputados autonómicos a disposición del PSOE y Cs. Porque al igual que Valls, indica que se trata de impedir que la extrema derecha penetre en las instituciones y las involucione en detrimento de la sociedad.
Frente a quienes vean en lo que digo una herejía, me acojo a la idea primordial de que debe existir, por encima de todo, un nivel de responsabilidad, principios y ética como fundamentos equilibradores capaces de contener la irresponsabilidad de algunos actores políticos, que por demás no gozan de la legitimidad necesaria. El poder emerge del pueblo soberano, que delega en sus representantes la responsabilidad de sus ideas y necesidades, para que estos sepan gestionarlas. Se trata de intentar representar al mayor sector de población posible, pero siempre en beneficio de todo el conjunto de la ciudadanía.