Un ejemplo de vida para mi

Publicado el 01 junio 2011 por Desdelacantera

En nuestras vidas detalles que te marcan para siempre al igual que hay personas por las que se siente admiración y te sirven como referente para siempre.

Si participo en política es porque aprendí y vi ejemplos en dos o tres personas y una de esas personas, Guillermo Elvira, ha fallecido esta noche. Así que hoy es un día muy triste para mi, lleno de lagrimas pero también hoy estoy con mas ganas de seguir luchando para contribuir por lo que el tanto luchó.

Guillermo Elvira fue fundador las Juventudes Socialistas Unificadas en Alpedrete, siendo menor de edad ayudo al bando democrático y republicano en la guerra civil, tras la guerra fue preso republicano en varías cárceles.

Todavía recuerdo como me explicaba como en Alpedrete el bando republicano protegía a la gente de derechas de posibles represalias que se podrían producir durante la guerra y como cuando les cogieron fueron llevados al Ayuntamiento de Alpedrete donde la gente de derechas señalaba quién era de izquierdas y quién no lo era. Y como entre esas personas estaba el cura del pueblo y uno de los caciques del pueblo que hace unos años el PP le puso el nombre a una plaza.

La guerra se llevo a familiares de Guillermo y el se salvo de ser asesinado por el franquismo porque era menor de edad y hace unos años resumía su paso por las cárceles de esta forma :

Yo creo que en todo el Escorial podría haber en esos meses alrededor de 500 presos. Allí todo espacio que hubiera libre y que tuviera un poco de seguridad, lo llenaban de presos, porque como tenían mucha gente para vigilar, soldados, guardias civiles y falangistas… Así según venían los hombres del frente que andaban como perdidos por el Escorial con la manta, los cogían y al talego.
En el convento no había contacto ni con curas, ni con monjas. Allí no iba nadie a ver que pasaba, allí mandaban ellos, los militares que eran los que fusilaban, pasaban lista y todo, la guardia civil y los falangistas.
Pero lo peor era cuando ibas a juicio a declarar y te pegaban, tanto que te ponían morao para ver si culpabas a alguien: “Usted conocía a fulano, o a mengano, sabe de alguno que detuviera a alguien de derechas, y cuantos eran en las juventudes en la directiva... “
A mí me metieron cuatro o cinco días en el sótano lleno de agua; durante cuatro o cinco días, y así estuve después mas de seis meses con una ciática que para ir al water me tenían que llevar entre dos a rastras.
Yo fui a juicio con Carrizo el alcalde del Escorial que lo mataron a la semana y no sé dónde le enterraron, porque a él le sacaron y yo me quedé.
A mí me detuvieron unos militares canarios, me tuvieron unos días en unos toriles, sin poder hacer ni siquiera las necesidades, y luego de allí, atados con cuerdas, a la estación de ferrocarril hacia El Escorial.
El seis de septiembre de 1939 el Alcalde Carrizo que era diputado del Frente Popular, fue esposado conmigo. A los dos nos llevaron juntos a declarar, y los falangistas del Escorial y los guardias civiles se tiraban a él tanto, que estaba más tiempo en el suelo que de pie, y a la semana o así de condenarle a muerte, le fusilaron y tiene que estar enterrado en el cementerio de San Lorenzo. Carrizo dejó un hijo y una hija.
Todas las mañanas sacaban una tanda y los fusilaban. Sacaban a cuatro o cinco cada vez. Traían una lista los nombraban y todos allí sentados en la manta, con un miedo..., con los pelos de punta y hambrientos, porque no te daban mas que una media bolita de pan de ese de borona, que es de maíz, como el que dan en Asturias, y unas lentejas cocidas llenas de bichos, que no había quien las comiera. La gente estaba todo el día en el water y se cagaban fuera porque no daba tiempo...
¿Torturas?
Palizas, barbaridades. Me acuerdo a un tal Sanchís que era familia de la fabrica de embutidos que había en la Cañada, en la provincia de Ávila, que se volvió loco. En el convento, debajo de donde estábamos nosotros, había un patio y allí había un arcón de madera grande donde metían las monjas cosas y que entonces esta vacío, y allí le metieron y le cerraron con candados y daba unos gritos...

¿Quiénes pegaban?
Más que nada los falangistas y uno que nosotros le llamábamos el motorista, que iba con un traje de cuero y que daba muchos palos.

¿Se oía cuando los fusilaban?
Claro, los fusilaban detrás de la ventana en el patio. Yo estaba en el segundo piso, era era como una nave y en la ventana del water se veía todo. Pero tenías que estar con cuidado porque un día a uno le volaron la mano. Cuando iban a fusilar a unos cuantos el hombre fue a orinar y puso la mano en la ventana y le quitaron la mano derecha.
Dormíamos en el suelo directamente con una manta.
Allí al principio estábamos juntos mujeres y hombres, hasta que nos empezaron a distribuir. Allí dio a luz a una niña la mujer de Marcelino Molinillo, uno de los que fusilaron, que era de Los Molinos. Pero a la niña se la llevaron, porque les mataron a ella y a él y a un hermano. Los mataron a los tres. A la niña se las llevaron. ¿Las monjas? No, yo allí no vi monjas. Si vi a otras mujeres, que serían, me supongo, de la Obra Sindical del Hogar, de Falange.
Yo sé que les fusilaban en el patio de atrás del convento que da a la montaña y luego se los llevarían al cementerio, digo yo. A no ser que haya también fosas en el patio del convento.
Yo de los de garrote vil no puedo decir nada, sé que se comentaba, pero no los vi. Pero sí de los fusilamientos, porque teníamos la ventana y lo veíamos cuando apuntaban y cuando caían. No había cristales en la ventana y desde ahí se veía todo.
El trato que se daba allí a la gente no era humano. Yo no pensaba nunca salir vivo de allí.
Antes de amanecer entraba un hombre con una lista en la mano y decía: “fulano de tal, de pie” y se los llevaban para fusilarles. Luego lo triste y lamentable era que cuando iba la familia a verles, les sacaban la manta que tenían... porque ni siquiera les avisaban de que les habían matado. De alguno de los fusilados yo me despedí con un abrazo.
De la cárcel no se escapó nadie, sólo un guerrillero que le llamaban El Murallas, pero se escondió en una alcantarilla y le encontraron y le mataron allí mismo.
En las Carmelitas ya no se cabía, aquello hasta olía mal y decidieron quitar el espectáculo y empezaron a llevarnos de un sitio al otro.
En el mes de octubre y noviembre ya empezaron a trasladar a la gente de las Carmelitas a Madrid a un convento de monjas que estaba dividido en dos partes. Una de ellas para las monjas y otra parte para los presos. También trasladaron a condenados a muerte, que ya mataron en Madrid. Era gente de Guadarrama, de Galapagar, de Alpedrete, de Los Molinos, de Villalba, de El Escorial.

Guillermo también recordaba con mucho sentimiento que en una cárcel de Madrid una monja se enfrentó al carcelero que tenía durante horas a los presos en el patio mientras llovía a mares. Al final esa monja se enamoró de un preso republicano que era médico y se terminaron casaron.

Y como recordaba que en esa cárcel de Madrid estuvo compartiendo espacio con dos jugadores del Madrid. Porque Guillermo era republicano, comunista y del Madrid.

Luego volvió a Alpedrete sufrió la represión franquista y de los caciques pero siempre estuvo comprometido con la lucha democrática militando en el PCE.

Hace tres años le hicimos un homenaje en Alpedrete y tuve el honor de participar en el :