Alessandra Bilani
Voy a contarles la historia de una escuela Freinet donde los maestros organizaron una sesión de talleres. Varios estudiantes propusieron talleres y los prepararon bien. Se les proporcionaron los materiales y espacios necesarios. Los carteles se publicaron y muchos estudiantes se inscribieron en los talleres que les interesaban.
El día antes de los talleres, una estudiante que aún no se había inscrito miró los carteles con las diferentes opciones. Varios talleres le parecieron interesantes, pero ninguno realmente la convencía. Además, vio que varios habían sido cancelados. Así que decidió proponer un nuevo taller. Fue a ver a una maestra responsable de la organización y le preguntó si podía agregar uno.
No es posible, respondió la maestra.
¿Por qué? preguntó la estudiante.
Hay un protocolo que seguir.
¿Por qué?
No tenemos aulas disponibles, y necesitamos proporcionar materiales.
No necesito nada para mi taller. Y yo misma encontraré un espacio donde podamos hablar. Además, vi que algunos talleres fueron cancelados.
La maestra revisa sus hojas de organización.
Solo se ha cancelado un taller.
¿Entonces?Lo siento, no es posible.
Llena de incomprensión tras este intercambio, ella aún así escribe una descripción de su taller en tres idiomas para que cada participante pueda entenderlo y sentirse bienvenido. Se pone en contacto con otra maestra y le pide que pase la descripción a los estudiantes.
¿Ya lo registraste con los maestros responsables? pregunta la segunda maestra.
No, me dijeron que no era posible. Pero no necesito materiales ni un salón específico.Lo siento, pero el periodo de inscripción ha pasado.Es realmente una pena. No veo cuál es el problema. Solo te pido que lo comuniques. Entonces tendré que hacer la comunicación por mi cuenta.
Tenemos personas encargadas de asegurar que la organización funcione sin problemas. Nos tomó dos años de trabajo. Te pedimos que respetes la organización.
Y así es como una iniciativa personal, propuesta con la idea de servir a la comunidad, fue suprimida por la jerarquía, con la única explicación de que hay un orden que respetar.
Cualquier parecido con hechos o personas reales no es coincidencia.