“Las letras tienen su decoro, y el que vive de ellas.”
José Martí
A Nelton lo admiro por su talento y su perseverancia silenciosa. No ha hecho lobby ni concesiones de ninguna índole para alcanzar lo que le pertenece por derecho propio, a partir de su genio. De hecho, él lleva varios años sin agotar su paciencia, digna de un capellán, esperando que el Instituto del Libro (I.C.L) le publique un excelente volumen de cuentos “Apuntes de Josué 1994”, el cual contiene una temática incómoda para el régimen, como es la estampida de los balseros de aquel año que especifica el título, donde se puede apreciar el dolor del pueblo cubano, sobre todo el de los jóvenes desesperados que se lanzan a la suerte en el estrecho de la Florida, por alcanzar sus anhelos en caso de llegar a Miami. Cada año, Nelton llama a Rogelio Riverón, quien funge como jefe y le dedica algunos minutos de justificación que entiendo como burla; entre ellas, que uno de los personajes menciona mi nombre y el título de algún libro mío y que la censura no lo acepta.
Recuerdo que Riverón fue quien confeccionó aquella antología con los premiados en los concursos Carpentier y Cortázar, dejando fuera a Jorge Luis Arzola y a mí; supongo que Riverón cumplía órdenes precisas del entonces Presidente del Instituto Cubano del Libro (I.C.L), el talibán Iroel Sánchez. Pero lo mejor es que la historia se ocupará de ubicar a cada cual en el lugar que se haya ganado con su honestidad o deshonestidad.
Nelton Pérez vuelve a demostrar –por talento propio– que es un gran escritor, y esa grandeza creativa sólo tiene comparación con el gran ser humano que es. En lo particular, puedo asegurar que ha sido el único escritor que me ha visitado en prisión, yo que siempre tenía copado mi apartamento de amigos y colegas. Muchas veces, Nelton ha emprendido viaje terrestre y marítimo desde la ciudad pinera de Gerona, solo para verme en la visita y darnos el abrazo caluroso. Nelton jamás ha entablado una oración política conmigo. No le interesa la razón por la que podría encontrarme preso, porque su condición de amigo, hermano, está por encima de todo, solo sabe que es un familiar que está preso. Pero si no fuera suficiente razón, a Nelton le consta mi inocencia. Siempre estuvo a mi lado. Cuando me impusieron la fianza para que no viajar a al Festival de la Palabra en Puerto Rico, aquel 2009, él fue al banco a depositar la suma asignada, y luego, cuando ya me encontraba en prisión, cuando la quiso cobrar, leyó en los papeles oficiales que quien me había impuesto tal medida había sido la propia Seguridad del Estado, que ni siquiera tuvo el recato de esconder su mano desesperada por mi rebelde actitud ante la dictadura.
Nelton sufre mi prisión tanto o más que yo. Es la persona más honesta y de mejores sentimientos que conozco. Él mismo es un premio como amigo, hijo, esposo y padre, que no tomó distancia al igual que los otros que temieron represalias al no aceptar las presiones por los funcionarios de Cultura y los oficiales de la Seguridad del Estado.
Este premio no será la última noticia que escuchemos de Nelton Pérez, pues su talento alcanza –además– para escribir poesía, canciones y dirigir un taller literario en su ciudad y así poder brindarle ayuda a los mas noveles escritores.
Hermano Nelton, al conocer la noticia de tu premio no recuerdo haberme emocionado tanto como cuando lo gané en el 2001 con mi libro “Los hijos que nadie quiso”.
Va mi felicidad dibujada en abrazos.
Ángel Santiesteban-Prats
Enero de 2015. Prisión Unidad de Guardafronteras Jaimanitas, La Habana.