Dispuestos a descubrir todo un universo de sensaciones acudimos con nuestra hija a la actividad familiar “Un espacio, un lugar” que se celebrará hasta el mes de Mayo. Para este evento, que se desarrolla por segundo año consecutivo, el museo colabora con la Real Escuela Superior de Arte Dramático siendo nuestras guías cuatro estudiantes de esta escuela que desde el inicio hasta el final no dejaron de sorprendernos.
En su compañía realizamos un breve recorrido por algunas de las salas del museo explorando con nuestro cuerpo el espacio que íbamos atravesando. Esta visita no incide de modo alguno en dar a conocer las obras, tan sólo transitábamos a su alrededor sintiendo como nuestra presencia invadía cada lugar. Suena distinto ¿verdad?, realmente lo fue. Mi hija acostumbrada a visitas educativas, con detalles que profundizan en cada creación, en los autores, en el momento histórico… se encontraba desubicada. En un momento concreto se acercó a mí y me dijo: “mama, esto está siendo un poco extraño”. Y en eso está precisamente el hechizo de esta visita, en romper rígidos esquemas, en dejarse llevar, en explorar a través del lenguaje gestual.
Una vez que todos conseguimos abandonar aquello que nos ata a lo cotidiano, nuestra manera de expresarnos sólo con la voz, el utilitarismo de nuestros movimientos… disfrutamos de una nueva libertad.
Os puedo asegurar que aunque no pueda daros detalles precisos de las obras que observamos esta experiencia no se nos olvidará. Ver como mi marido, poco aficionado al baile, se dejaba llevar reptando, saltando… constituye uno de los tesoros de mi particular galería de recuerdos.