Una vez alguien me dijo, hace ya muchos años; que le encantaba estudiar, porque cada vez que se sentaba delante del libro, pensaba, no en el esfuerzo que tendría que hacer para aprobar el examen, si no, en lo que disfrutaría aprendiendo cosas nuevas que desconocía, y sobretodo pensando para qué le serviría aquello que trataba de memorizar en un futuro. Poco a poco, y en días como hoy, en el que el esfuerzo, no siempre conlleva, a la obtención de resultados; me doy cuenta de la importancia del para que. Desde pequeños, tenemos en la boca, el "¿por qué?", y parece que es lo primero que pronunciamos para ir descubriendo el mundo que nos rodea. Sin darnos cuenta de que el "para qué" es mil veces más útil a la hora de encontrar respuestas, ya que resuelve el motivo del hecho en cuestión, resolviendo esa ecuación entre
Recuerdo, que en ese momento, cambió completamente la forma en la que me enfrentaba a mis horas de estudio. Y de algún modo, esta es mi forma de darle las gracias, porque cambiar la visión del fin, hace que el camino, de algún modo se modifique.
Quizás esa sea un poco la clave de todo. También de entender a dónde vamos. Y porqué.
De con quién, y hasta cuándo.
De transformar los fines, de terminaciones y límites, en objetos y motivos de algo.
De algo nuestro.
De algo propio.
De algo mío.