A finales de 2017, Olga y Paco, los editores de Candaya, me hicieron llegar el libro Un final para Benjamin Walter de Álex Chico (Plasencia, 1980). Tengo buena relación con Olga y Paco y he leído bastantes libros de su editorial. Suelo estar pendiente de sus novedades y, cuando considero que uno de sus libros me va a gustar, se lo solicito para reseñarlo. A finales de 2017 publicaron casi a la vez Un final para Benjamin Walter y Tener una vida de Daniel Jándula. Tras leer una reseña entusiasta de Alberto Olmos sobre Tener una vida, me apeteció leer este libro y se lo solicité a los editores. Es decir, como tampoco puedo leer todas las novedades de todas las editoriales, entre el libro de Álex Chico y el de Daniel Jándula, me apeteció más el segundo. A Chico le conocía de su labor en la revista Quimera, e imaginaba que habría escrito un buen libro, pero había un detalle que me echaba para atrás: hablaba del escritor alemán Walter Benjamin, un autor que, desde hace bastantes años, he considerado que debería leer, pero, por un motivo u otro, aún no me había acercado a su obra. Así que me parecía lógico leer antes libros de Walter Benjamin que un libro sobre un autor español que habla de este escritor. Sin que yo se lo solicitara, Olga y Paco me enviaron, además de Tener una vida, novela que ya reseñé en su momento, Un final para Benjamin Walter. Tengo sentimientos encontrados con los libros que me mandan las editoriales a casa sin que yo los solicite. Me hacen pensar que, después de tantos años escribiendo reseñas, he perdido el control real sobre la elección de los libros que leo. Al fin y al cabo, leer es para mí una afición, y gran parte de su encanto reside en la elección de mis propias lecturas.
Así, bajo las circunstancias descritas, el libro de Álex Chico se iba quedando, mes tras mes, en la sección de libros por leer. Al final, ocurrió algo que me hizo cambiar de opinión: este último verano pude visitar, durante unas horas, Portbou, pueblo del que habla Un final para Benjamin Walter. Entonces supe que, más tarde o más temprano, leería el libro de Álex Chico, aunque no hubiera leído antes a Walter Benjamin (algo que también acabaré haciendo).
En una nota final, Álex Chico se refiere a su propio libro con el denominativo de «novela de ensayo ficción». En un artículo para la revista Oculta Lit, Álex Chico escribe: «Quien se plantea los límites de los géneros se cuestiona, a su vez, las posibilidades de la literatura, su alcance, su proyección»; y a esto juega en Un final para Benjamin Walter, a explorar los límites de los géneros.
Un narrador, que el lector identifica con el propio autor, escribe que viajó a Portbou con la idea de inspirarse y escribir un artículo para la revista Quimera. Portbou es el último pueblo de la costa de Gerona, pegado a la frontera con Francia. En septiembre de 1940, huyendo de los nazis, Walter Benjamin llegó a Portbou con la idea de atravesar la península Ibérica hasta Lisboa y partir a Estados Unidos. En la estación de Portbou, la policía española le pidió el visado de salida de Francia y él no lo tenía. Ante el miedo a ser deportado a Francia y caer en manos de la Gestapo, Benjamin se suicidó tomando morfina. Además, se supone que le robaron una maleta en la que llevaba algunos de sus manuscritos, que no pudieron encontrarse.
Alex Chico (o un personaje llamado «Álex Chico») viaja a Portbou con la intención de pasar unos días, y acabará allí unas cuantas semanas. En Portbou oirá hablar de Walter Benjamin. El dueño de un colmado le dirá que a Benjamin lo mataron. «Eso lo sabe todo el pueblo, añadió» (pág. 126). A Chico esta teoría le parece plausible, y se hace preguntas: ¿Cómo podía Walter Benjamin conservar tanta lucidez después de haber ingerido una gran cantidad de morfina? ¿No habría entrado antes en un estado de somnolencia? ¿Por qué, según algunas versiones, consumió sólo la mitad del Eukodal, el derivado de la morfina que llevaba consigo? ¿Cuál es la razón por la que el juez se apresuró a cerrar el caso tan rápido?». El mismo Chico se contesta un poco más abajo: «Difícilmente podremos resolver esas cuestiones» (pág. 127).
En realidad, aunque el impulso inicial de viajar a Portbou era el de saber algo más sobre los últimos días de Walter Benjamin, éste se convertirá en un tema del libro Un final para Benjamin Walter, pero no el central, o no el único. En al menos dos ocasiones –una al principio del libro y la otra al final–, Chico nos remarca una idea: «A medida que pasaban las semanas, fui descubriendo que el motivo principal de mi viaje iba variando, que había ido a Portbou siguiendo la pista de un autor muerto y que, en su lugar, me había encontrado con un pueblo» (pág. 20); y «Fui allí buscando a un hombre y acabé encontrando un pueblo» (pág. 240).
Así que, al final, Un final para Benjamin Walter trata más sobre Portbou que sobre el propio Benjamin en Portbou. Y es éste realmente un pueblo curioso, el pueblo con la media de edad más alta de Cataluña, que además ha ido perdiendo población, año tras año, desde hace unas décadas. La libre circulación por el territorio de la Unión Europea hizo que dejaran de tener sentido los puestos aduaneros, que era el principal negocio de la zona. Además, su enorme estación de trenes se ha quedado casi sin funciones.
Álex Chico deambula por las contadas calles de Portbou y sus alrededores y reflexiona sobre el territorio que contempla. En este libro se hace mucho uso de las citas literarias, y entre ellas se encuentran las de W. G. Sebald, que sería un referente para Chico a la hora de escribir «novela de ensayo ficción».
En Un final para Benjamin Walter se aprecia la vocación de poeta de Álex Chico: muchas de sus páginas contienen reflexiones a las que anima un claro aliento poético. De hecho, imagino que Chico podría haber escrito perfectamente un poemario sobre sus días en Portbou. También destacaría su capacidad para relacionar ideas y realidades en principio inconexas, como por ejemplo sus paseos por Portbou con una exposición madrileña de fotografías de Alberto García-Alix; relaciones que sustentan el halo poético del libro. Las reflexiones sobre el arte son frecuentes aquí, sobre todo las que tienen que ver con Dani Karavan, el autor de la escultura para la memoria de Benjamin a las puertas del cementerio del pueblo.
Chico llama a este libro «novela de ensayo ficción» y en algún momento me he encontrado planteándome lo siguiente: ¿hay ficción en este libro, o Chico reflexiona únicamente sobre lo que ve? Chico describe algunas conversaciones con personas de Portbou, y en la mayoría de los casos no entra en la intimidad que se puede esconder tras el nombre de Xavi, por ejemplo, y ese pudor, a la hora de hablar de estas personas, me hace pensar que Xavi es un lugareño real con el que Chico se encuentra en Portbou. Sin embargo, hacia el final del libro, Chico pasa a vivir sus últimas semanas en Portbou alquilando una habitación en un domicilio particular, y su arrendadora será una mujer uruguaya llamada Silvia Monferrer. Esta mujer le permitirá revisar sus cuadernos de dibujos y hablar sobre ellos. La relación que Chico establece con Silvia no me ha parecido equiparable a la que establecía con Xavi. Y ha sido aquí, en la narración de la vida de Silvia Monferrer (un relato sobre el descalabro de una vida artística que me ha recordado a los personajes de Roberto Bolaño), donde diría que Chico ha introducido la ficción en su libro. Me he sentido tentado de escribir a Álex Chico, a través del chat de Facebook, y preguntárselo. Imagino que me hubiera contestado, nos conocemos en persona. Pero al final he decidido no hacerlo, he preferido no saber y especular, porque, como el mismo Chico ha declarado en alguna entrevista, para él lo importante no es la verdad sino la verosimilitud.
«Buscar y no encontrar es también una respuesta», escribe en la página 131, citando a David Mauas. Y posiblemente esto es lo que ocurre en Un final para Benjamin Walter: «Desaparecen los testigos, los documentos, los expedientes. Cualquier intención de averiguar lo que ocurrió y no ocurrió está condenada al fracaso», leemos en la página 131. Tenemos aquí un bello libro que pivota sobre la figura y la muerte del escritor alemán Walter Benjamin, pero que expande sus intereses hacia otros caminos narrativos (el arte, los lugares que mueren convirtiéndose en no lugares, el paso del tiempo…), jugando a mezclar géneros literarios, el ensayo, la ficción, la reflexión y, añadiría, la poesía.
Le pregunté a Álex Chico, cuando le conocí en persona, qué libro de Walter Benjamin debería leer para empezar a conocer su obra, y me habló de El libro de los pasajes. Un libro que, sin duda, leeré.