Un final para recordar

Publicado el 22 mayo 2010 por Fon_lost

Otra de las series icono de la ABC se despidió esta semana hasta la próxima temporada. "Anatomía de Grey" dijo adiós tras 24 episodios y una season finale de infarto.
"Anatomía de Grey" forma parte de las "series de mi vida". Entendedme: son esas series que, hagan lo que hagan, veré hasta su series finale. Pero si tengo la suerte, como es el caso, de disfrutarla tanto como el primer día, el viaje es un placer. Mientras muchos iban dejando a Grey & Co. a un lado del camino, para mí seguía siendo toda una constante.
Y esta season finale ha sido una finale con mayúsculas. Vale que ha terminado de un modo poco espectacular en cuanto a bajas, pero la tensión que he pasado ha sido importante. De verdad, si alguien hubiese estado escuchándome se hubiese asustado.
Hemos empezado con Meredith descubriendo que estaba embarazada y con una de esas escenas entre ella y Cristina que tanto me gustan. "Somos adultas". Y cuando Mer se ha cruzado con Gary Clark, ya le he puesto cara al psicópata que iba a sembrar el pánico en el Seattle Grace Mercy West. La primera en sufrir su particular justicia ha sido Reed. Verdaderamente no he sentido mucha pena por ella. Ha sido más el shock del momento, que el conocer la primera baja. Peor me ha sentado el disparo que ha recibido Alex. Pero lo ha recibido en un sitio clave que no le colocaba en situación de peligro. Momento de tensión el del ascensor entre Cristina y Mr. Clark. Pero para tensión, cuando a Bailey la ha sacado de debajo de la cama y la ha apuntado con su arma. Le llega a tocar un pelo a la "enfermera" Bailey y me da un algo. La primera parte de esta season finale terminaba con Percy desangrándose en el suelo de la habitación de Mary (Mandy Moore) y con el chief Shepperd tendido en el suelo tras recibir un disparo en el pecho (maldita April....¿para qué se te readmitió?).
Tras una visita a Lexie (pensaba que íbamos a revivir el momento Libby en la finale de la segunda temporada de Lost), Gary Clark recibe un disparo que, lejos de serenarle un poco, hace que siga moviéndose por el hospital. De esta forma asisitimos a la declaración de intenciones de Lexie para con Alex, dejando a Sloan fuera de juego (me gustaba con los dos, así que no me importaba a quién eligiese), aunque luego ha sido Alex quién la ha sacado del juego. Otras que también han recibido una visita inesperada han sido Callie y Arizona (le toca un pelo a Calliope y ma-to). Aunque aquí el efecto ha sido positivo, ya que ha servido para que la rubia Arizona aceptara tener hijos, dejándonos un final feliz para las dos.
Cuando se han visto sin otra posibilidad, el equipo de internos del hospital decide tomar la iniciativa de operar a Derek, dejándole en las mejores manos, las de la doctora Yang. Y entonces hemos tenido otro momentazo para no olvidar: Miranda Bailey rompiendo a llorar ante la situación de impotencia de no poder salvar a Charles Percy. Pero aún nos quedaba otro momento shock total. Hunt regresa al quirófano, y hace ver a Mer y April que la operación de Shepperd va viento en popa, cuando no es así, y lo comprobamos al ver la pistola en la cabeza de Cristina. Ha empezado entonces el momento "dispárame a mí" entre Hunt y Meredith, y el mosqueo de hacernos creer que Dereck moría (ahí no me han pillado).
Richard, que estaba fuera del hospital pero que termina dentro, se encuentra con el justiciero. Después de evitar el alcohol (Richard despertará más o menos simpatías, pero no me negaréis que hubiese sido un putadón haberle hecho beber), consigue mostrarle sus opciones a Gary, el cual opta por el final que le asegurará una vida eterna junto a su mujer.
Ha habido final feliz para todos excepto para Meredith. Si empezaba celebrando su embarazo, termina el episodio, y la temporada, aceptando su pérdida. Cuestión del karma...unos se salvan, pero otros mueren.
Lo dicho. Anatomía puede haber conocido tiempos mejores, pero es innegable que cuando Shonda se lo propone, puede patear unos cuantos traseros y dejarnos a todos flipados. En septiembre, más y mejor.
NO OLVIDARSE