Por lo demás, es público y notorio que los alquileres en Las Palmas de Gran Canaria superan con creces los de Tokyo y Nueva York y con la miseria que cobra no tiene el pobre para alquilarse un pisito de 50 metros cuadrados con derecho a azotea en el que residir en los pocos ratos libres que le deja el curro. Que se vaya a casa desde el jueves para que descanse es la mejor solución y si surge algún problema urgente lo puede resolver con un par de wasaps y seguir disfrutando de su gente y de los verdes paisajes de su tierra. Eso sí, al chico en cuestión hay que reconocerle que es una joya en lo suyo y, además, hay que agradecerle como se merece que dejara el puesto que tenía en el ayuntamiento de Torrelavega para anunciar la buena nueva de la limpieza en Las Palmas de Gran Canaria.
A Dios gracias, nada de eso ocurre en esta ciudad y, en consecuencia, podemos ponernos rumbosos con el salario y las condiciones laborales de un gerente que conviene no obligar a trabajar demasiado no vaya a ser que en una de sus escapadas de largo fin de semana a Torrelavega se nos quedá por allí y no vuelva: ¡a ver en dónde íbamos a encontrar otro de su valía y conocimientos, y sobre todo, a tan buen precio! Ni caso a quienes se acuerdan ahora del "carácter marcadamente social" de este gobierno municipal para echarle en cara el salario de nuestro gerente estrella. Y menos caso aún a quienes sacan a relucir que el partido de la concejal que ha pescado a esta séptima maravilla de la gerencia de la escoba y el rastrillo, llegara hace tres años a las instituciones prometiendo otra forma de hacer política y acabar con la casta repartiendo a diestro y siniestro toneladas de honestidad y transparencia. ¿Es que alguien pone en duda que lo está demostrando con creces y, sobre todo, con una extraordinaria generosidad?