Un girasol testarudo

Publicado el 01 agosto 2018 por Los Conejos Literarios @jaguar_st

No tengo noción de cuando empezó esta sensación de llevar en mi espalda un objeto que al principio era liviano y con el tiempo se hacía pesado. ¡Me sofocaba! Aparecía cuando menos lo esperaba, como si supiera el momento exacto de materializarse. Haciéndome vacilar, si seguir levantándome de las caóticas experiencias que te pone la vida, ¿en serio? No lo podía creer. Siempre al incorporarme una nueva avalancha se precipitaba hacia mí. Recordé aquel cuento donde en un jardín de hermosas flores, en lo más lejano, se encontraba una flor con los pétalos amarillos, un tallo inclinado y hojas grandes. En las puestas de sol, su tallo se estira hacia arriba. Su mayor anhelo era poder alcanzar al astro que titilaba con armonía. Las demás flores, que gozaban de un aspecto maravilloso, se burlaban de aquel pequeño girasol risueño. El tiempo pasó mientras las demás plantas florecían atrayendo a pequeños insectos y llenando el jardín de colores vistosos. El girasol cada día se inclinaba hacia el suelo, cansando de ver su sueño imposible. Dejó de creer, soñar e ilusionarse, dando paso a una tristeza que lo embargaba todas las noches. ¡Exhausto! Me encontraba tirado en suelo, sin ganas de incorporarme para poder sentarme, una inmensa tristeza inundó todo mi ser, quería gritar, quería que parara y sobre todo, quería que dejar de doler por dentro, testarudo como aquel girasol que una embriagadora tristeza lo absorbió, lloramos hasta que nuestras almas se tranquilizaron por completo. El girasol recuperó su esplendor, nunca perdió la esperanza de que algún día alcanzaría al sol, jurando que mantendría su vitalidad hasta el último pétalo amarillo.