Tengo una planta húmeda al lado de la ventana, un girasol y una veleta. No necesito más en esta mañana. Porque amo a quien me amenaza. Ella va de fuga en fuga persiguiendo el éxito como una rutina de salvación. Y yo, simplemente la espero con el vino de las primavera. Vendrá.
El girasol tuerce su mueca sobre el molinete rojo y verde. Gira la veleta para el sur, mi amado Sur. Afuera llueve y un sol ténue avanza sobre tus ojos grises. Sos sólida para argumentar, pero el miedo te consume por dentro.
La caricatura se cayó entre los papeles de MML. Te lo compré especialmente. Mojo la tinta entre las sobras de lo que quedó. Piso descalzo. No espero nada, porque no me aferro a nada. Simplemente voy de frente. Soy el soldado del primer disparo. Ando sin casco en mi trinchera. Carancheo cráneos con mi bayoneta afilada. Pero nunca perforo el pecho de mi enemigo. Soy el que relata la muerte.
El que te abraza y el que te dice que no es dueño de nadie. Voy libre.
No tengo cochera, ni puse peaje en la baulera, ni plata en el banco, ni cuenta en NY, ni casa afuera.
No pienso llevarme cosa alguna de acá. Voy de una por el tobogán: se me cayó el jopo y la melena entera. Pero tengo un corazón bastante loco y fuerte. De gitanito iré a decirte que me rompo la camisa blanca por una sonrisa tuya. No te demando. Soplo.
Y me río a carcajadas. Mi vecina me dice que sí.
Ella hace lo que tiene que hacer. Ella lo quiere tanto. Ella siempre hace lo que debe. Hace las cuentas y proyecta los proyectos. Viaje en Primera en el avión de los destinos. Lee poesía en los aeropuertos, pero no sabe volar. ¿Aprenderá?
Tengo 141 pesos en la billetera, una foto de mi hija, la imagen de mi vieja en la retina, camino suelto.
Llevo unas monedas para los que necesitan uno de salame y queso. Nunca le doy nada a los malditos, pero todo a los cirujas. No le temo al mal porque amo a quien me amenaza. Asciendo no escalo. Si subo al ascensor es porque un caballo casi me mata y quedé partido, pero no me han quebrado.
Ahora que sabés donde vivo amanecé despierta. Hacete un café de esos. Y prendé el fuego. Una misma noche, un mismo silencio. Hundo el gatillo. Mi San Lorenzo es la vida. Ya te lo contaré de nuevo.
Encendé la disquera en ZZ Top y dale manija al deseo. Ya sabés que nunca es como pensás que era. La ilusión se evapora con el impulso del vientito en la veleta, que gira, gira, gira…
Vienen llegando más nubes desde mi Sur.
Ella hace lo que debe.
leyendadeltiempo.wordpress.com