Un grave error de CiU

Publicado el 23 diciembre 2011 por Quim @Quim_Marques
El voto en contra de la federación nacionalista Convergència i Unió en la investidura de Mariano Rajoy como presidente del nuevo Gobierno de España solamente se puede calificar como de un inmenso error político. Esta decisión no conjuga con la imagen de seriedad y responsabilidad institucional que se ha ido forjando a lo largo de las últimas tres décadas en la carrera de San Jerónimo.
Ni cuando gobernó José María Aznar ni en los tiempos más recientes de José Luis Rodríguez Zapatero, CiU se había atrevido a votar en contra de ningún candidato.
En las dos elecciones donde el anterior presidente fue elegido, CiU se abstuvo. Y tanto en 1996 como en 2000 apoyó mediante un voto afirmativo la candidatura de José María Aznar, incluso sabiendo que en las del año 2000 el PP disponía de una cómoda mayoría absoluta de 182 diputados que hacía innecesario su apoyo. Aún y así los representantes catalanes de CiU votaron a favor.
Es verdad que en dos ocasiones anteriores, tanto en 1989 como en 1986 votaron en contra a la investidura de Felipe González pero ello fue consecuencia del caso Banca Catalana cuando se quiso llevar a los tribunales de Justicia al entonces president Jordi Pujol. Sin embargo en la última investidura de González, en 1993, el voto fue afirmativo mientras que, en 1982, se abstuvieron, la misma actitud que tuvieron con Adolfo Suárez, en 1979.
Y justo es en esta ocasión, cuando el país necesita los máximos apoyos para salir de la peor y más larga crisis económica que han conocido los españoles vivos, esos nacionalistas catalanes muestran su cara más irresponsable bajo la excusa que Rajoy no habló del pacto fiscal que tanto anhelan conseguir.
Desde las filas de CiU indican que el voto negativo ha sido en justa correspondencia a la actitud del Partido Popular catalán (PPC) de Alicia Sánchez Camacho que votó en contra de la investidura de Artur Mas como president de la Generalitat hace un año. Ojalá que solo sea eso.
De todas maneras, más pronto que tarde se han de dar cuenta de su error y rectificar. Más si cabe teniendo en cuenta que el Govern aún disponiendo de mayoría en el parlamento catalán necesita de seis votos para aprobar las leyes, votos que hasta la fecha le ha proporcionado el PPC en un gesto de responsabilidad que ahora no se ve correspondido.
Las declaraciones del portavoz Josep Antoni Duran i Lleida alabando el nuevo Ejecutivo en cuanto conoció el perfil de los ministros (“puede ser un buen gobierno”)parece que van en esa dirección de rectificación. Estoy convencido que el líder democristiano le hubiera gustado cambiar el signo de su voto pero las instrucciones desde la sede central de la Federación en Barcelona se lo impidieron.
La actitud de Mas en el Parlament catalán, hace dos días, también sugiere ese cambio de posición al ofrecer colaboración a Rajoy y darle “un margen de confianza” pero ahora ya no bastan las buenas intenciones y declaraciones sin contraste. Los hechos son los que deben hablar a partir de ahora.
De momento, Enric Millo, portavoz del PPC en el Parlament, espera al 18 de enero, fecha en que deben ser aprobados los presupuestos catalanes, para indicar a los populares si deben seguir apoyando el Govern de Mas con su abstención, a la espera que la responsabilidad nacionalista haga que se vuelvan a tender los puentes.
Por el bien de todos y sobre todo de la continuidad del Ejecutivo de CiU en Cataluña, la actitud y el voto debe cambiar en las próximas semanas, en cuanto el nuevo Gobierno español empiece a enviar proposiciones de ley a las Cortes generales. La estabilidad del país y el bienestar de sus ciudadanos lo necesitan si queremos salir con bien de esta dura crisis que afrontamos.