Luisana Colomine
¿Quién no se conmovió con el video difundido por WikiLeaks el 5 de abril de 2010, donde se muestra cómo desde un helicóptero disparan indiscriminadamente contra un grupo de civiles en Bagdad?. “Daño Colateral” es el título de la noticia que dio la vuelta al mundo y que desveló los espantosos crímenes de guerra de Estados Unidos y sobre los cuales nadie le juzga. En 2007 mostró también los horrores de la cárcel de Guantánamo, esas jaulas de metal de 16 metros cuadrados donde encierran a seres humanos, violando abiertamente el III Convenio de Ginebra sobre Prisioneros de Guerra (1949). EEUU se quitó de encima el tratado al decir que no eran prisioneros de guerra sino “combatientes enemigos”.Hoy, el autor de tales revelaciones, Julian Assange, sucumbe en una cárcel de máxima seguridad londinense desde que fue sacado a empellones y de manera denigrante, de la embajada ecuatoriana en Londres luego de casi siete años de vivir refugiado allí por un beneficio que le otorgó el expresidente Rafael Correa. En otras ocasiones hemos dicho que de lo que le ocurra a Assange será directamente responsable el actual mandatario, Lenin Moreno, pero ahora debemos corregir, porque, ciertamente, es exasperante el silencio casi colectivo ante el inexorable final del heroico periodista, fundador de WikiLeaks en 2006. Es decir, no solo Moreno será responsable, sino todos: ustedes, yo, nosotros, nosotras.
Sobre los aportes de Assange a la humanidad no tenemos dudas. Desde 2006, año de fundación del sitio WikiLeaks, no solamente revolucionó el periodismo y la información asistida por Internet y las nuevas tecnologías, sino que se perfiló como la amenaza número uno para el ocultamiento deliberado de sucesos y acciones que con toda impunidad acometían regímenes represivos. Después de “Daño Colateral”, en noviembre de 2010, WikiLeaks hizo alianzas con grandes medios como The New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde, El País, para seguir potenciando sus denuncias y proteger aún más las fuentes. Ya se habían filtrado 77.000 documentos sobre la guerra de Afganistán, y ese mismo año, WikiLeaks difundió más de 250.000 cables, correos electrónicos y otros papeles secretos del Departamento de Estado que desnudaban a EEUU como espía. Eso convirtió a Julian Assange en un enemigo para ese país, imperio que espera por su extradición y saliva ante la cercanía de tan preciada víctima…
Julian Assange también ha sido atacado por antiguos colaboradores, y por cierta prensa que prefiere exacerbar su vida personal por encima del legado que jamás le quitarán: previó mucho antes que otros cómo Internet cambiaría el mapa político mundial y desarrolló un periodismo duro que, aprovechando esa tecnología, denunció las verdades de la ocupación estadounidense en Afganistán e Irak y además puso al descubierto la podredumbre del monstruo que gracias a él más nunca durmió tranquilo…
La industria del entretenimiento hollywoodense no lo ha perdonado tampoco difundiendo films y documentales que ponen el foco en las formas, mas no en el fondo. Es admirable que, contra toda crítica y burla, algunos de sus íconos como Pamela Anderson y Roger Waters, entre otros, defiendan al valiente periodista. ¿Qué esperamos para seguir su ejemplo? Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.
@LuisanaC16