El primer incendio se localizó en Almorox, donde ardieron 1.400 hectáreas; después, en Navas del Rey. De nuevo, un foco en Almorox, un fuego en Chapineria y una nueva reactivación del incendio en Almorox. El Consejero de presidencia de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, anunció que se buscaba a un pirómano que habría arrojado papeles de cuaderno ardiendo desde una pista forestal. Pero fueron sus propios compañeros de Protección de la Naturaleza, en colaboración con las unidades de Seguridad Ciudadana pertenecientes a la Compañía de Getafe, los que detuvieron al presunto autor.
El primer siniestro que se le imputa ocurrió a las once de la mañana del 17 de julio cuando aprovechó, supuestamente, una pista forestal para provocar un fuego con seis focos. La rápida intervención de equipos terrestres y aéreos permitió que fuera extinguido en una hora. En un solo día llegó a intentarlo hasta en ocho ocasiones. Según fuentes de la investigación, aprovechaba cuando salía de servicioo los días que tenía libre para irse al monte y pegarle fuego. “Amontonaba unas hojas y les prendía fuego con un mechero o una cerilla”, dicen las fuentes de la investigación. Los sucesos provocaron una gran alarma entre los vecinos de la zona afectada, en la que se reforzó la vigilancia de la Guardia Civil, los agentes forestales y las policías locales. Incluso fueron movilizados agentes a caballo y helicópteros del instituto armado para apresarlo. Fue en el último incendio provocado el pasado jueves, 1 de agosto, cuando se le detuvo. Había acudido a Pelayos de la Presa, donde un bombero y una mujer le vieron en las proximidades del incendio. El arresto se produjo la noche del propio jueves, horas después del incendio. El bombero y la mujer que estaban por la zona le identificaron en una fotografía y así lo afirmaron en sus declaraciones. Los agentes del Seprona le arrestaron en el cuartel y lo trasladaron a la Comandancia de Madrid, en el municipio de Tres Cantos, alejado del puesto en el que estaba destinado. Se confesó culpable y asumió todos los cargos de que venía acusado. Según afirmó, sufría “un impulso irrefrenable de hacer fuego ya desde pequeño” y este se había acrecentado en los últimos días. Los investigadores no vieron necesario registrar su vivienda, en la casa-cuartel.
El detenido nació en Melilla, está soltero y es el único agente que pertenece al instituto armado de su familia. Aprobó la oposición hace cuatro años e ingresó como guardia civil, en 2010. “Jamás se nos habría ocurrido pensar que el de los incendios era un guardia civil”, reconocía una mujer en la plaza del pueblo. La juez ordenó su ingreso en la prisión de Estremera. En el atestado policial consta un informe médico hecho tras su detención en el que se recoge que el presunto pirómano sufre algún problema mental, tal vez de tipo depresivo por lo que es posible sea ingresado por orden judicial a un centro psiquiátrico.
La Asociación Unificadade la Guardia Civil, ha criticado el incumplimiento de la Ley de Personal del instituto armado, que incluye controles psicofísicos y médicos periódicos a los agentes para evitar situaciones como la de Enrique E. L. “No se han desarrollado revisiones cada cierto tiempo ni nadie ha querido saber nada al respecto, pese a que los agentes están sometidos muchas veces a situaciones de gran estrés que tienen consecuencias graves”, señalaron fuentes de AUGC. “Y lo peor de todo es que hay gente muy preparada, con la carrera de Psicología, que podrían encargarse de estos reconocimientos sin ningún problema. Sería como una especie de ITV”. Las mismas fuentes recuerdan que, durante algunos años, se han hecho procesos selectivos masivos, en los que han ingresado hasta 5.000 guardias en un solo año. “No eran procesos de selección, sino de eliminación porque tenían que entrar todos para cubrir las plazas convocadas. Se trataba de elegir a los menos malos de todos los que se presentaban. Muchas veces no se han hecho buenas pruebas o cribas para evitar situaciones como la ocurrida ahora en Navas del Rey”.