Las semanas del curso empiezan a pasar. Los niños ya están instalados la mayor parte del día en el colegio y los padres vamos acumulando reuniones, proyectos, aviones, hoteles, planes, emails, objetivos... El día a día nos va comiendo y nos sumerge en su profundo letargo. Volver a la normalidad después de un cierto -y por otra parte saludable- desorden en las vacaciones a veces resulta deseado y no pocas veces reconfortante.
Los horarios establecidos, los lugares comunes, las horas exactas nos generan una cierta seguridad y confort. Sin embargo esa seguridad envuelve en una especie de anestésico también las cosas que más queremos: nuestra familia, nuestro trabajo, nuestros amigos, nuestros proyectos de futuro. Las prisas nos impiden darle un pase de pecho a ese atasco, a aquella reunión, a la próxima conexión aérea y dedicar unos minutos a hacer algo sorprendente, novedoso, distinto, por esas cosas importantes de la vida.
Cuentan que hace miles de años el Odio convocó en una reunión a todos los sentimientos nefastos del mundo. En torno a la Mesa Oscura se sentaron el Mal Carácter, la Ambición, los Celos, la Frialdad, el Egoísmo, la Indiferencia y la Enfermedad. El Odio tomó la palabra:
“Os he reunido aquí porque quiero con todas mis fuerzas matar al Amor. Y necesito que me ayudéis”.
Todos aquellos malos sentimientos se lanzaron a la empresa de asesinar al Amor para que el lado oscuro dominara el mundo. Uno a uno lo fueron intentando pero por más empeño y fuerza que emplearon, ninguno alcanzó su propósito y acababan volviendo al castillo del Odio.
Cuando todos hubieron vuelto y sentados en la Mesa Oscura planeaban nuevas estrategias de lucha, uno de los guardianes del Castillo alzó la voz y dijo: "Yo mataré el Amor". Y lo logró. Ese guardián se llamaba Rutina.
¿Por qué no sorprendes hoy a tu Amor con algo?, ¿por qué no sales a cenar con tu pareja?, ¿por qué no vuelves antes a casa para bañar a tus hijos?, ¿por qué no llamas a ese compañero con el que tienes un conflicto para solucionarlo?. Que la Rutina no te acorrale. Véncela.