Un Harapo en el camino...

Publicado el 27 octubre 2010 por Lacoleccionistadeespejos

Alfredo Oreamuno Quirós

En Costa Rica resulta más difícil
deshacerse de un libro que hacerlo...
Clodomiro Picado, 1935

El otro día, limpiando la memoria de las cosas que dejó mi hija, encontré guardados uno de los pocos tesoros heredados, decía ella, porque eran libros que logró que de Diente de Oro, hermano de mi difunto marido, no perdiera en una de tantas borracheras: Un harapo en el camino, 1970, Noches sin nombres, 1971, El callejón de los perdidos, 1972, Mamá Filoponda, (o las princesas del dólar) 1973, Terciopelo, 1974, El Jardín de los locos, 1975, Los hijos de la carraca, 1976, todos autografiados por un amigo común de esos años en que vivíamos en Barrio Lujan: Alfredo Oreamuno Quirós, Sinatra…
Del, y es muy su forma de decirme que aborde el tema me dijo que hiciera esta reseña porque entre mi hija, que tiene unos meses de muerta, su papá que lleva más de cincuenta en ese mismo estado y yo, quedaron algunas cosas por resolver y que, tal vez esto me ayudaría a empezar a decirles adiós…

No sé mucho de escritura ni literatura. Como la mayoría de las mujeres de ese tiempo mi educación se limitó a lo necesario para saber sobrellevar la suma y resta de la casa de una familia convencional, de una sociedad de entonces, ya olvidada en sus propios estereotipos y creencias. Esta reflexión, no tienen intencion de ser otra cosa, lo voy a hacer desde mi punto de vista, de lo que según lo que Migue, Juan Domingo, La Darling, aunque nadie más lo pueda creer, Ana Lu, Gaby Perez, pero sobre todo Del, me han dicho que es lo que yo entiendo de un texto como Un Harapo en el camino; una obra que en mucho, viví, trago a trago, hasta que yo también decidí poner punto final a ese hilo...
Del, dice que la lectura de este libro, en muchas formas es como una películaque se estrena en distintos escenarios cada vez que lo leemos: es decir que no puede ser entendido desde otro punto de vista que no sea el juegotemático cuyos ingredientes están presentes en cada péquela cosa por más minúscula que sea...
Cuando lo leí la primera vez, lo hice llorando, en la única poltrona de mi sala de entonces que sobrevivió a duras penas, el abandono de los marcos de la puerta para que sirvieran para calentar el fuego del hogar, o se empeñaban las joyas de mejor ver porque el proveedor de los bienes familiares estaba inmerso en ese otro mundo que se repetía en muchas familias, lo que fuera estaba por nacer, no se tenia ni un quinto para aplacar las habladurías y no se podía hacer más que llorar en silencio frente a un San Antonio de calendario apolillado por el humo de las velas, era mal visto el que una trabajara en lo que fuera y mucho mejor decir que se era viuda, a decir que le había tocado a una un marido alcohólico que la había abandonado llevandóse los ultimos cinco pesos guardados para una emergencia, y era un libro prestado, para que me entretuviera, mientras llegaba el momento…

El escritor es biógrafo de su tiempo y memoria...

Yo le conocí; primero porque fue el vecino bonito que todas tenemos en alguna época de la vida, y con el que soñabamos ser algo más; hasta que lo expulsaron del Liceo Costa Rica, y sabiendo lo que eso representaba en ciertas familias, mejor se fue a correr mundo por distintos lugares y volvió hecho el hombre maduro que había corrido mundo como pocos lo hacen. Claro que para entonces la mayoróa de sus enamoradas éramos las esposas de otros, o nos habíamos ido del barrio, o simplemente vegetabamos a la sombra de las chayoteras de los patios de aquella época. Yo fui una de las que todavía vivía por la zona, porque por la negligencia de Rigo, lo habrán oído mencionar en las páginas, nos quedamos sin casa y me tuve que regresar por un tiempo, mientras veía que hacia con Sandrita sin nacer, a casa de mis papás...

No sé de dónde más los pudo haber conseguido sino fue entonces, porque todos, incluyéndola sabemos que murió sin otra posesión que una botella de alcohol bajo el brazo… Sandrita nunca entendió que no me gustaba oir hablar, o no hablar de él, no porque no quería recordar todos los sacrificios de aquellos años en los que tuve que vender hasta las arras de matrimonio sino porque su recuerdo siempre me trajo el de un mundo que yo no conocía y al que no me gustaba conocer que existía porque en él, mi hija y yo perdimos a su padre y a mi esposo, hasta prácticamente el día que supimos que moría; y por eso probablemente los escondió tan bien, y no me dio tiempo de decirle que eso no fue culpa de SINATRA, sino de lo que él, que esta anotado muchas veces, como compañero de andanzas, quería vivir…


A él le decían SINATRA, porque físicamente se parecía al astroboy de ese mundo de gloria y esplendor de hollywoodense: no muy alto, pero bien perfilado y de mirada penetrante desde chiquillo, el tipo de hombre que sabe la forma correcta de entrarle a la vida, y las mujeres son atraídas sin obstaculos a la fuerza de su palabra, por lo que mujeres, hasta para tirar de costado tuvo siempre, porque en realidad, el Sinatra de los años cincuenta cantante y actor y el SINATRA, tico que no pasaba de ser un simple agnte vendedorm tenían los mismos vicios y virtudes en las que el alcoholismo, un mundo del que ambos lucharon para salir, es una faceta que a su manera los convirtió en un fenómeno de masas porque quién le escuchaba hablar creía que había descubierto un mundo maravilloso, muy parecido a las que escuchabámos a Frank Sinatra con una cadena tan dulce que imposible de explicar pero que sin embargo, los jóvenes de hoy abordan como si hubiesen descubierto el hilo negro, o el agua tibia: el sórdido mundo de lo oculto tras el último escalón en la evolución social que, se asienta en fango de la podredumbre moral que a veces llevamos por dentro sin saber…
La Costa Rica de hace unos años, no era distinta a la actual

más que en la forma en que corría el tiempo: lento y distinto

en una urbe que apenas empezaba a (des) organizar su ideario de ciudad que,

como un puerto tenia de todo; y no necesariamente bueno.

Lo que según creo debe interpretarse que en cuerpo y alma, el escritor es dueño de su propio arte y sentido más que de la valoración misma, independientemente de quién sino qué es capaz de decir...

Un harapo, es una pieza de cualquier cosa que se puede dejar olvidado en cualquier momento y camino; sin que nos duela volver atrás, algunas veces así es, otras veces nos da felicidad volver a encontrar algo que imaginamos perdido para siempre, retórica de vida y desencuentro de crónica biográfica de cuatro seres humanos que se internaron por sus propios medios en las descorazonadoras calles de un vicio que es más descorazonador cuando vemos todo lo que hemos sido capaces de perder por su intermediación...

Según tengo entendido su literatura ha sido clasificada y calificada de sub-literatura, probablemente porque no se quiso entender que se estaba hablando de un mundo aparte y que para ser escritor se necesita una academicidad instaurada en lo que las universidades no pueden facultar como ciertas: talento, pero sobre todo y como decía Chico Zúñiga, tener algo que decir; pero sobre todo porque ignoran que la finalidad de la literatura es esencialmente estética; es decir, pretende producir belleza; inducido entre otras cosas porque dependiendo de la FUNCIÓN POÉTICA en el uso del lenguaje, el texto llamara la atención por sí mismo, por su original construcción, que lo distingue de otros, y en donde la nueva significación de la CONNOTACIÓN, es especialmente relevante: distintas sugerencias y sentidos que sólo pueden apreciarse en su contexto, que da la PLURISIGNIFICACIÓN, necesaria para admitir más de una lectura. La FICCIONALIDAD, esos mundos literales que no son los reales, pero pueden ser posibles, mediante el uso de la imaginación, expresividad o de artificio como valores igualmente literarios, es lo que permite entender. Aristóteles: Hay una diferencia entre poesía (=literatura) e Historia. La literatura es la narración de aquello que podría pasar y la Historia es a narración de aquello que ya ha pasadoMe han dicho, creo que Julio, que fue uno de los autores más leídos; pero mal catalogado como literatura marginal, fronteriza, o sub-literatura porque a lo largo de siete años, desde 1970 hasta su muerte, 1977, pese a que dejó de ser parte de ese mundo desde 1963, publicando anualmente un texto adentrado en esos pasillos marginales de degradación social que nos alcanza a todos, nunca se le ha perdonado su paso por esas tierras

Tal vez, simplemente no saben que todos tenemos nuestra propia forma de marginalidad, y desconocen que para ser escritor, poeta, o cualquier cosa en relación con la cultura, se necesita de un camino andado... Como conclusión, señalamos que es imposible separar qué es lo que dice el autor (el contenido, la significación) de cómo lo dice (la forma), aunque esta división pueda ser útil en determinadas ocasiones como recurso metodológico.

Para La Coleccionista de Espejos:

Doña Clo(tilde)