Un imán para el dinero

Publicado el 17 noviembre 2016 por Javier Jiménez @JavierJimenz

Escuchaba esta mañana hablar de perfumes y me he puesto a pensar en el dinero. No tanto porque los precios de algunas fragancias resulten prohibitivos, si no por ese aroma que al parecer desprende el vil metal. Por lo visto, el imprescindible parné tiene un efecto tan persuasivo sobre nuestras pituitarias que hay quien dice ser capaz de seguir su rastro como un sabueso. Eso a pesar de que en la antigua Roma Vespasiano se empeñase en demostrar a su hijo que, para amasar fortuna, lo mejor era taparse la nariz. Sea como sea, lo cierto es que, a la hora de encontrar fórmulas para ganar dinero no solo aplicamos la astucia nasal, si no que nos entregamos con los cinco sentidos a ver si hay suerte y el objetivo llega con el menor esfuerzo posible.

Lo cierto es que en esto de economizar esfuerzos Internet ha ayudado notablemente. Más allá de los anuncios de generosos gurús que ofrecen compartir con nosotros el secreto de su éxito por un puñado de dólares (¿recuerdan aquello de que nadie da duros a tres pesetas?, pues eso), la Red se ha convertido en la Meca del emprendimiento. En especial para aquellos que quieran poner a trabajar su dinero. Aquí viene al pelo otro dicho popular que asegura que ‘dinero llama a dinero’. Una máxima que funciona a la perfección cuando se acierta con el porcentaje correcto en la ecuación ahorro/inversión.

Esto no siempre es fácil, pero sí que resulta tremendamente efectivo. No hay más que echar un vistazo a como se gestaron las grandes fortunas y verá que estás dos palabras, o sus sinónimos, aparecen a lo largo de sus historias. Para el ahorro, el mejor camino sigue siendo la tradición. El acopio de monedas en una hucha, o su símil bancario, es la fórmula más acertada. Lo que se tiene es lo que no se gasta. Claro que esto no hace que crezca, y ahí es donde entra Internet  que se presenta como un verdadero imán para el dinero gracias a sus sistemas para incrementar patrimonio sin salir de casa.


Foto: Andrea Crisante