Un imperativo absoluto: Respuestas con conciencia de género a los desastres naturales

Publicado el 10 abril 2010 por Daniela @lasdiosas
El impacto de los desastres naturales está marcado por el género. ¿Cómo sería una respuesta con conciencia de género?

El huracán Katrina, los recientes terremotos en Haití y Chile, así como el maremoto de 2005 en Asia, han sido todos fuertes recordatorios del hecho de que los desastres naturales – al igual que los ocasionados por la acción humana – tienen un impacto de género. Ya sea porque menos mujeres pueden nadar o trepar árboles, o debido a que postergan un escape para tratar de salvar a sus seres queridos, ellas sobrellevan la carga inicial de los desastres naturales. Por su sexo también les afectan más las secuelas de éstos. Son más vulnerables después de los desastres porque lo son más antes de ellos: los roles de género predisponen a las mujeres a la catástrofe.[1] El embarazo, la lactancia y la menstruación aumentan la necesidad de intervenciones especializadas.
¿Cómo sería un enfoque con conciencia de género para mitigar los efectos de los desastres naturales? La Red de Género y Desastres (RGD) cuenta con una riqueza de recursos sobre esto, siendo uno de ellos sus ‘Seis principios para transversalizar el género en la respuesta y en la reconstrucción’.[2] La RGD insta a todas las partes involucradas en la mitigación de los efectos de los desastres naturales a:
  • pensar en grande;
  • trabajar a partir de datos;
  • trabajar con mujeres comunitarias de base;
  • resistirse a los estereotipos;
  • asumir la perspectiva de los derechos humanos; y
  • respetar y desarrollar las capacidades de las mujeres.

Toda respuesta a los desastres naturales debería tener en cuenta las dinámicas de género que ponen en desventaja a las mujeres y reconocer que los desastres pueden brindar la oportunidad de establecer algún tipo de equilibrio allí donde antes no había ninguno. La reconstrucción puede ser un tiempo importante para corregir errores relacionados con el género. Por ejemplo, los títulos de casas nuevas pueden ser registrados en co-propiedad o a nombre de mujeres. Las organizaciones de mujeres deberían tener los conocimientos y el poder para evaluar y mitigar riesgos, así como aportar liderazgo en las respuestas a los desastres.
Según un informe[3] del Foro de Asia Pacífico sobre Mujeres, Ley y Desarrollo (APWLD), las mujeres conformaron un impresionante 80 por ciento de las personas fallecidas durante el maremoto en 2005. Este desastre, que afectó a Birmania, Sri Lanka, Tailandia, Indonesia, la India y partes de África Oriental, ofrece lecciones valiosas acerca de cómo responder a los desastres naturales; es imperativo un enfoque sensible al género. La RGD afirma que “nada en el trabajo ligado a los desastres tiene ‘neutralidad de género’”. Se deben recolectar y solicitar datos desagregados por sexo. Es necesario identificar y evaluar las necesidades específicas de los sexos, así como implementar y darle seguimiento a la perspectiva de género en los presupuestos.
Las mujeres de la comunidad se conocen unas a otras. Saben en cuáles hogares hay personas vulnerables: personas con discapacidad, gente de la tercera edad e infantes. Tras un desastre, ellas son un recurso valioso, y cualquier programa de respuesta al desastre debería aprovechar sus conocimientos. Las organizaciones comunitarias de mujeres también juegan un rol crucial en respuesta a los desastres: tal como señala la RGD, “poseen intuición, información, experiencia, redes y recursos que son vitales para el incremento de la resiliencia ante desastres”.
Aunque en general las mujeres son más vulnerables a los efectos de los desastres naturales, es importante asegurar que las respuestas no se basen en estereotipos sino en investigación y conocimientos sólidos. La RGD deconstruye varias suposiciones y enfatiza lo siguiente:
  • las mujeres sobrevivientes son las primeras en dar respuesta y en la reconstrucción;
  • son de vital importancia, no víctimas pasivas;
  • las madres, abuelas y otras mujeres son de vital importancia en la supervivencia y
  • recuperación de niñas y niños, pero las necesidades de las mujeres pueden diferir de las de niñas y niños;
  • no todas las mujeres son madres o viven con hombres;
  • los hogares con jefatura femenina no son necesariamente los más pobres o más vulnerables;
  • las mujeres no son económicamente dependientes sino son productoras, trabajadoras comunitarias, y ganan salarios;
  • las normas de género también pueden poner en riesgo a niños y hombres, por ejemplo, respecto a su salud mental, el asumir riesgos, accidentes;
  • escoger a las mujeres para algunos servicios no es siempre efectivo o deseable, ya que puede ocasionar reacciones adversas o violencia;
  • las mujeres marginadas (por ejemplo, indocumentadas, mujeres con VIH y sida, de castas bajas, indígenas o trabajadoras sexuales) tienen perspectivas y capacidades únicas;
  • y no existe una “talla única”: deben respetarse las necesidades y deseos específicos a la cultura; por ejemplo, las prácticas religiosas tradicionales de las mujeres, su ropa e higiene personal, sus normas de privacidad.

Es necesario que las respuestas con conciencia de género a las secuelas de los desastres naturales reduzcan los mayores riesgos que las niñas y las mujeres enfrentan. Sus mayores vulnerabilidades, según la RGD, son:
  • acoso sexual y violación;
  • abuso a manos de parejas íntimas, por ejemplo, en los meses y el año siguientes a un gran desastre;
  • explotación por parte de traficantes, por ejemplo, para el trabajo doméstico, agrícola y sexual;
  • la erosión o pérdida de derechos de tierra adquiridos;
  • matrimonios tempranos o forzados;
  • migraciones forzadas;
  • acceso reducido o pérdida de acceso a servicios de cuidado de salud reproductiva;
  • y control ejercido por los hombres sobre los recursos económicos de recuperación y reconstrucción.

En su vida cotidiana, las mujeres ya están recargadas en múltiples formas – física, emocional, económica y socialmente. Las intervenciones sensibles al género ante los desastres evitarán incrementar sus pesadas cargas en situaciones de crisis. Compensarán financiera y materialmente a mujeres que aportan su tiempo, energía y habilidades a la mitigación de los desastres.
Después de un desastre natural, los roles de género suelen cambiar de tal manera que aumentan la carga sobre las mujeres. Ellas no sólo brindan cuidados sino además tienen la responsabilidad adicional de asegurar que las personas a su cargo estén alimentadas, tengan ropa y cuenten con atención y suministros médicos. Las muertes de seres queridos colocan más responsabilidades sobre las mujeres. Ellas necesitan asegurar que a quienes fallecieron se les dé un entierro apropiado y también atienden las necesidades emocionales de las personas sobrevivientes.
Las mujeres son desproporcionadamente las víctimas y soportes en los desastres naturales. La adopción de un enfoque sensible al género en la mitigación de desastres contribuiría a salvar las vidas y los medios de sustento de muchas mujeres. Este trabajo debe empezar mucho tiempo antes de algún huracán, terremoto o maremoto. Los desastres también abren una ventana de oportunidad para remediar los males relacionados con el género. Es necesario que las mujeres sean consultadas y participen en las deliberaciones y debates sobre la legislación. Ellas deben ser una parte integral en el diseño de programas de socorro para los desastres.
Notas:
1. Ver: Momaya, Masum: ‘Swept Away: Women and Natural Disasters’ [‘Arrastradas: Las mujeres y los desastres naturales].
2. Red de Género y Desastres, ‘Equidad de género en los desastres: Seis principios para transversalizar el género en la respuesta y en la reconstrucción’. Ver también: Reducción del riesgo de desastres con enfoque de género. Recursos claves.
3. Foro de Asia Pacífico sobre Mujeres, Ley y Desarrollo (APWLD), ‘Why are women more vulnerable during disasters? Violations of Women’s Human Rights in the Tsunami Aftermath’ [‘¿Por qué son las mujeres más vulnerables durante los desastres? Violaciones a los derechos humanos de las mujeres tras el maremoto’], octubre de 2005.
Fuente: Notas de los Viernes de AWID
Traducción del inglés: Laura E. Asturias