James Fallon, profesor emérito de Anatomía y Neurobiología en la Universidad de California durante 40 años, se ha dedicado a estudiar los problemas de la psicopatía y la conducta violenta. Tras enterarse del largo historial de delincuencia entre sus parientes, entre los que había por lo menos siete presuntos asesinos incluyendo la famosa homicida Lizzie Borden, decidió estudiar también a los miembros de su familia. Durante una investigación a ciegas examinó las imágenes PET (Tomografía por emisión de positrones) de varios asesinos, esquizofrénicos, psicópatas y otros entremezcladas con las de gente normal, entre las cuales se encontraban escáneres cerebrales de sus familiares y el suyo. Entre las tomografías cerebrales que pertenecían a los miembros de su familia, encontró una imagen que demostraba una actividad reducida en las áreas de los lóbulos frontal y temporal responsables de la empatía y la moral así, como del autocontrol, lo que suele correlacionarse con un comportamiento psicopático. Decidió romper el sello que le impedía saber a quién pertenecía y así fue como descubrió que el psicópata era él, ya que la imagen era de su cerebro. En primera instancia decidió volver a comprobar la hipótesis de que estas áreas concretas realmente eran las responsables del comportamiento psicópata, pero tras una investigación neurológica, genética y conductual profunda confirmó que definitivamente era un psicópata. Decidió seguir con la investigación y finalmente publicó el mes pasado un libro titulado 'The Psychopath Inside' ('El psicópata interior'), donde explica que una persona normal que jamás ha matado o violado a nadie puede tener los mismos signos anatómicos que los asesinos múltiples. Fallon se denominó a sí mismo "psicópata pro social", un tipo de psicópata 'bueno' que, a pesar de no sentir empatía, es capaz de corresponder a las normas sociales e incluso ser exitoso en su trabajo y tener buenas relaciones con otra gente, como es su caso: un científico sobresaliente felizmente casado. A día de hoy la psicopatía es un trastorno mental que requiere una investigación profunda. No aparece en la lista de enfermedades del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales porque no tiene que ver necesariamente con una conducta inestable o violenta. Ser psicópata no equivale a ser un asesino, en cambio puede determinar otro tipo de conducta no peligrosa. Faltan por estudiar los factores que determinan los distintos tipos de conducta entre personas con los mismos distintivos cerebrales, pero los individuos que nacen y crecen en áreas peligrosas, como las zonas de conflictos militares, padecen el riesgo de volverse delincuentes violentos, advierte. Fallon cree que su éxito se debe a una niñez feliz gracias al amor y la atención por parte de sus padres. Sin embargo, admite que él no es 'buena gente'. "Soy odiosamente competitivo. No dejo a mis nietos ganar en los juegos", confiesa. Pero sabe moderar su conducta incluso si se siente agresivo: "Prefiero 'golpear' con palabras que con golpes", dice el investigador.
Un profesor estadounidense de Neurología descubrió que era psicópata mientras realizaba una investigación sobre psicopatía. En vez de sentir desesperación y ocultar este hecho, decidió seguir con el estudio y acaba de publicar un nuevo libro.
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