Hace algo más de una semana he hecho una excursión a la selva. Y lo más relevante es que esa visita se ha producido sin salir de mi ciudad. Iría al llamado Palmetum de Santa Cruz de Tenerife, un proyecto paisajístico en la costa de la ciudad que trata de consolidar un jardín botánico dedicado a las palmeras que habitan en las distintas partes del mundo.
El antiguo vertedero de la ciudad en pleno proceso de transformación. Imagen: Aéreas de Canarias, 2003
En compañía de otros entusiastas de la biología y aficionados a los jardines, exploraría un espacio que se ha construido a lo largo de casi dos décadas sobre uno de los mayores vertederos de la isla. Esa tarde, que fuimos al Palmetum, había una luz increíble. Hacia un poco de frío y eso contribuía a que el aire fuera más transparente y así todo parecía más nítido al atardecer. Las plantas brillaban y resplandecían en toda su riqueza colorística a la luz mortecina del sol poniente.En solo una quincena de años, este jardín ha conseguido presentarse en todo su esplendor vegetal y podemos considerarlo otro lugar extraordinario que tenemos aquí. En un arranque de genialidad, política y técnica, algunos iluminados han convertido una montaña de basura en un pequeño paraíso para el disfrute de los isleños y de quienes nos visitan.
El Palmetum se ha situado sobre ese pequeño promontorio artificial que se iría formando en la franja costera al Sur de la ciudad, ocupando 120.000 metros cuadrados; lo que lo convierte en el principal espacio libre de la ciudad. Durante décadas de acopio de basura se irían añadiendo allí, capa tras capa de escombros, restos orgánicos y todo tipo de detritus hasta alcanzar una altura considerable superior a los cuarenta metros sobre el mar. El traslado del vertedero insular, hace más de dos décadas, a otro lugar más adecuado permitiría plantearse otros destinos para este espacio de nueva creación que se ha ganado al mar. Es cuando surge la idea de generar un jardín botánico a mediados de los años 90 del siglo pasado. Hoy es una realidad en toda su capacidad vegetal y se ha transformado en un reducto para el esparcimiento que, sin embargo, no está todavía abierto al público por razones no explicadas con claridad.Las palmeras son una familia botánica del genero Arecaceae, grupo de plantas muy conocida por la humanidad a lo largo de su historia. Sus ejemplares jóvenes y adultos son especialmente sensibles a la temperatura y por ello, suelen crecer esencialmente en los climas tropicales. Encontraremos palmeras en muchos lugares, desde las selvas lluviosas hasta los desiertos más implacables. De estas archipiélago es endémica una de las especies de palmera más conocidas en jardinería ornamental, la Phoenix canariensis, de la que estamos muy orgullosos los canarios.Esa pequeña isla vegetal dentro de la isla se ha estructurado para albergar varias colecciones representativas de los casi veinticuatro centenares de especies que han sido identificadas en el planeta. Allí se han logrado reproducir ejemplares de más de cuatrocientas especies diferentes y de las cuales hay varias en peligro de extinción en sus lugares originales. El ambiente ha sido diseñado para ofrecer un carácter lo más salvaje y adecuado a los hábitats originales en los que florecen esas poblaciones de palmeras tan diferentes e interesantes que habitan nuestras islas y continentes.El trabajo principal ha puesto un énfasis especial en lograr una buena adecuación botánica de lo que se ha plantado. La participación de especialistas muy reconocidos ha permitido contar con una documentación científica de muy alta calidad. Ya se ha hecho el esfuerzo más importante para la consolidación de la colección y se tienen planes para mejorar lo ya ejecutado añadiendo y completando las distintas secciones geográficas en las que se ha articulado el parque. Junto a ello, los responsables tienen nuevos planes para el futuro, añadiendo nuevos atractivos, como una sección de frutales exóticos, refugio de especies amenazadas, etc.
Este parque es una obra ingente que ha costado enormes esfuerzos personales y económicos. Se ha hecho gracias a la participación en varias fases de varias entidades regionales y una potente aportación financiera del Estado y de la Unión Europea, hasta rozar los veinte millones de €uros. Es de destacar y agradecer la increíble y enorme dedicación de sus principales técnicos responsables, el ingeniero agrónomo Manuel Caballero, el botánico Carlo Morici y el paisajista Carlos Simón. Todos grandes enamorados de las palmeras, a los que tendremos que estar agradecidos por muchos años.Desde los inicios de la intervención, este espacio muy visible a la entrada de la ciudad ha permanecido largas temporadas cerrado, entre una acometida de obras y un empujón de plantaciones y así, sucesivamente. Es un hecho curioso porque no ha sido vandalizado todavía a lo largo de los numerosos años transcurridos; y es que los humanos valoramos mucho los árboles. Por lo general, las personas no suelen atacarlos, por el contrario casi los protegen. ¡Es que forman parte de nuestro fenotipo! me señalaba una vez, Richard Haag, un amigo americano.
En años pasados, con una aportación última de cinco millones de €uros se han terminado las instalaciones más esenciales. Los recorridos se han pavimentado; se ha añadido mobiliario y señalizado; se ha colocado una primera iluminación, suficiente para un uso moderado, etc. Solo falta un pequeñísimo empujón para lograr su apertura. Los recursos humanos necesarios para ello no son excesivos ya que solo precisa de mantenimiento y de personas que se responsabilicen del control y proyección del lugar.
Como todo parque será siempre una obra inacabada que crece y se transforma cada día. Por ello, requiere de cuidados intensos y continuados. En este caso, con más razón es necesaria una atención mucho más inmediata, ya que lo que se ha acopiado aquí es una colección delicada de ejemplares únicos para los que se requiere un entretenimiento diverso y específico. Es precisa la colaboración de especialistas con conocimiento suficiente para no perder con facilidad y rapidez esa riqueza botánica ya existente, sin parangón en su entorno. Hoy esta tarea la tiene encomendado la empresa que cuida la generalidad de jardines de la ciudad, lo que hay que entender que no es claramente suficiente. Quizás se requeriría un tratamiento más específico dado el alto valor científico y paisajístico que ya representa este espacio. Como parque debería abrirse cuanto, antes aunque no deberíamos conformarnos en este objetivo solamente. Este espacio llevado con un poco más de ambición e interés puede consolidarse como una de las mejores colecciones mundiales de palmeras a la altura del Montgomery Botanical Center de Miami y el Jardín Botánico de La Habana. Un nuevo hito que prestigie y de relevancia no solo a nuestra ciudad sino también para el conjunto del archipiélago y del pais.En cuanto a transmitir su disfrute a la ciudadanía y a los numerosos viajeros que nos visitan, solo se necesita un poco de promoción y con ello lograría convertirse fácilmente en uno de los atractivos más importantes de esta ciudad. Por poner un ejemplo similar, en Singapur, su Jardín Botánico, y especialmente su colección de orquídeas, son el punto de visita obligada para los que acuden a aquella ciudad isla. Gracias a una exquisita gestión para su puesta en valor y mantenimiento cuenta con cientos de miles de visitantes anuales.Una pequeña organización como espacio orientado a los visitantes de la ciudad permitiría la consecución de esos recursos económicos que se necesitan. Si los responsables técnicos y administrativos no tienen actualmente la capacidad para implementar estas actividades y servicios podrían considerar su adjudicación a emprendedores privados, estableciendo un consorcio que defina unos objetivos y unas condiciones para evitar que este jardín sucumba por falta de atención.En esta oportunidad, el Palmetum me recordó el ambiente de la famosa película de Spielberg, Parque Jurásico. Con su invernáculo abandonado comido por la maleza y sus geografías presididas por plantas prehistóricas que, sorprendentemente aquí, no están habitadas por animales agresivos. Un pequeño paraíso inaccesible todavía para los visitantes accidentales.Hoy, este parque es como aquella Bella Durmiente que espera a su Príncipe soñado para que venga darle el beso que la devuelva a la vida. Ojalá que los responsables municipales consigan arbitrar finalmente los recursos necesarios para que pueda ponerse a disposición de todos a la mayor brevedad posible.