Un juego

Por Anaperezllinares
Al hilo de mi anterior post acerca de Saltando las olas, os dejo un fragmento de este que me ha gustado mucho, donde explica de una forma muy clara como se siente un bebé lejos de su mamá y en el que nos anima a utilizar nuestra imaginación para meternos en la piel de nuestro bebé .
Espero que os guste y que os ayude a conocer el libro un poco mas que mi anterior post!
"Imagínate por un momento que al volver al hogar después de unas vacaciones, abres la puerta de tu casa y para tu sorpresa te recibe el aroma de un perfume que no usas. Ni siquiera vamos a suponer que ese olor incongruente sea desagradable, sólo que no es el tuyo, el de tu ropa, el de tus cosas. Como estás cansado y eres comprensivamente racional, seguramente te vas a convencer de que es una tontería, y te acostarás seguro de olvidar y dormir tranquilo envuelto en esa fragancia desconocida que, de vez en cuando, atravesará tus sueños. A la mañana siguiente, algo molesto, igual decides hacer limpieza, abrir la ventana y ventilar el espacio para ver si logras hacerlo desaparecer (aunque quizá esto nin alcances a decírtelo). 
Pero vamos a imaginar que no es tan fácil, que es un olor persistente y no se va. Así que, cuando llegas del trabajo, abres la puerta dándote de narices con esa bocanada irritante que viene a recibirte. Tendrás que volver a decirte que es una insignificancia e intentarás convencerte con cualquier cosa para pasar la tarde lo mejor posible. Igual, hasta echas una cabezada en el sofá, pero descansarás inquieto respirando lentamente ese aroma que se te irá pegando en el cerebro como un viento untoso. Y tú, seguramente, comenzarás a sentirte extrañamente agobiado por ese olor que no te pertenece. Nada ha cambiado, son tus muebles, tus objetos, el ruido de tu nevera, pero identificas claramente algo que no es tuyo, algo que necesitas eliminar para poder sentirte como en casa. Imagina ahora lo que podrías llegar a sentir si, además de la persistencia del olor extraño, tus cosas hubieran cambiado de sitio, las sillas y los cuadros los encontraras desplazados, modificado el color de las paredes, la temperatura, la iluminación y también los sonidos familiares con los que te orientas en el espacio. Si te ocurriera a ti - ante toda tu realidad transformada - como le sucede al niño cuando se ve sometido a tantos cambios debiendo readaptar súbitamente todas sus sensaciones...
Lo que pasa es que con los críos hacemos alarde de falta de imaginación y nos decimos. Da igual que esté con la madre que con la abuela, por buscar a alguien próximo y no cuestionar también el afecto, y no veas si en lugar de la abuela es un desconocido, desconocido no para los padres pero sí para el bebé. Decimos: Da igual dormirlo en brazos que en la cuna. Da igual que tome teta o biberón. Da igual llevarlo en brazos que en el carro. Da igual que toque mi piel que mi vestido. !Da igual!
Imagínate, pensamos que prácticamente todo lo que nos importa da igual; y lo dices tú, alguien tan crecidito, pero que te pondrías de los nervios si te cambiasen solo el olor de tu vivienda."
María Montero-Rios Gil.