"Si las personas a las que estoy a punto de conocer en mi nueva vida se parecen siquiera un poco a las que voy a dejar atrás, me harán la pregunta en cuanto puedan salirse con la suya. En mi fantasía no tienen nombre ni rostro, no son más que voces: elevanas, pero sin excesos. Debidamente informales.
"¿Y tú qué haces?"
Conocía esta autora con su resurrección de Poirot en Los crímenes del monograma, un libro que disfruté regular debido a mis prejuicios sobre zombificar personajes desaparecidos hace tiempo. Eso hizo que, pese a la peculiar cubierta, me decidiera a dar una oportunidad limpia a su autora, y por eso precisamente, hoy traigo a mi estantería virtual, Un juego para toda la familia.
Conocemos a Justine, una ejecutiva de televisión que decide dejar su trabajo y alejarse delmundo junto a su marido y su hija Ellen. Lejos de todo y con todos los lazos de comunicación con su anterior vida rotos, lo que menos espera es recibir llamadas amenazantes apenas se ha instalado en su nueva casa. Además, su hija adolescente está sufriendo un cambio delante de sus propios ojos mientras escribe un inquietante relato sobre unos asesinatos en su propia casa. Justine decide hablar con su hija y se encuentra a una chiquilla que lo está pasando mal por la expulsión de un amigo de instituto, y aquí la trama comienza a retorcerse porque el instituto niega la existencia de dicho alumno mientras su hija aporta pruebas de lo contrario. Y las llamadas siguen, invadiendo su espacio privado con datos de la propia Justine.
Un juego para toda la familia es un libro retorcido. Y creo que esa sería la perfecta definición para una trama en la que la autora parece decidida a rizar el rizo hasta la última página llegando a jugar con el lector haciéndole creer que tal vez ni siquiera vaya a resolver el misterio porque lo da ya por entendido. Justine, su protagonista, no sólo se ve enredada en una trama a grandes ratos realmente imposible, sino que juega con esa imposibilidad para confundir al lector sin necesidad de hablar directamente con él. Haciendo uso de todas las técnicas narrativas a su alcance, Sophie recurre al relato de la hija de la protagonista y de otro alumno para dirigirse directamente al lector, traspasando esa cuarta pared existente en toda obra rígida, y convirtiendo a ese narrador de la ficción de la novela, en un interlocutor directo que nos pregunta si ya hemos resuelto el misterio cuando apenas quedan un puñado de páginas para el final. Todo está relacionado en esta novela: el presente, el pasado, los relatos escritos por unos chiquillos y la trama principal. Y todo tiene cabida como posible solución, mientras se nos recuerda que no hay que caer en la tentación de pensar que "porque algo sea totalmente inverosímil, no hay que darlo por cierto" (y uno se pregunta, ¿no debería de ser al revés?) y que no hay nada que sea tan imposible como para que a alguien no se le haya ocurrido.
Hagamos entonces una pequeña hoja de ruta: tenemos a una mujer que corta comunicación con una vida de éxito (y queremos saber el motivo) para mudarse a otro lugar. Allí recibe amenazas, siendo esta la trama principal, cada vez más personales. Por otro lado tiene una hija con un extraño e inquietante relato, cuyo origen y final necesitamos saber para descubrir de dónde lo ha sacado, pero que está deprimida por un suceso con un compañero que parece vivir rodeado de enigmas. Y además tenemos mentiras, vandalismo, casas al otro lado del río, y mentiras, muchas mentiras. De hecho, lo único fiable de esta novela es el narrador. Un narrador que nos va sembrando de dudas y va haciendo encajar un complicado engranaje hasta llegar a un final redondo para este tipo de historia (y no añado ningún calificativo más para no dar pistas).
Hoy traigo un libro que me ha sorprendido por su pulso y técnica narrativa, un gran juego de espejos en el que el lector camina mientras se va haciendo la luz por una trama llena de posibles imposibles... o de imposibles posibles. No me cabe duda de estar ante un ejercicio notable de una escritora que quiero seguir explorando.
Hoy me voy a permitir un momento cotilla, ¿qué libro os trajeron los Reyes Magos?
Gracias