Un jueves, un relato (XXIX): "Esas tardes de western" (La inocencia de los niños)

Por Gadirroja

Esta semana el reto de escritura tenía como reclamo "la inocencia de los niños". Recordé entonces, que en mi carpeta de relatos (escribo porque sí cuando me apetece, y los tengo ahí guardados), tenía un relato inspirado en mi infancia, llamado "Esas tardes de western".
Espero que te guste 💟


Esas tardes de western

Leyendo la reseña de una película de estilo western, le vino un recuerdo a su cabeza.

Esas tardes de películas “de vaqueros”, porque cuando ella era pequeña, no se usaba el anglicismo. Eran películas, como mucho – el colmo de la inclusión – “de indios y vaqueros”. Ella tendría unos cinco años: en esa etapa de la vida donde el tiempo cobra cualidad líquida, es un líquido muy denso, que lo mismo cae a borbotones que se desliza perezosamente.

Y eso mismo pasaba aquellas tardes de sábado: después de comer, con el regusto salado y sabroso de la tortilla de papas aún en la boca, los mayores se ponían a ver la película de vaqueros que tocase y ella se quedaba jugando en aquel pasillo. Allí, sentada en el suelo, entre sol y sombra, inventaba mil y una aventuras con los encajables de madera (“los tarugos”, les llamaban entonces) mientras oía en el salón disparos y flechas cortando el aire, a ritmo de Morricone.

Tiempo líquido. Lento: la tarde perezosa y larga se abría de posibilidades en su soledad disfrutada.

A veces, aprovechaba la distracción de los adultos para entrometerse en algún cuarto a fisgar. Era un placer cotilla que, pese a su corta edad sabía que no estaba bien…pero le daba mucha satisfacción. Oler la colonia de la abuela, con ese toque empolvado que recordaba a sus besos o mirar más de cerca aquel perro de cerámica que tenía su tía en el dormitorio, ese que de lejos le daba miedo y de cerca, al verlo tan brillante y falso, casi le provocaba la risa.

Tiempo líquido: en menos de un pis pas, la película se había terminado. “Noelia…., ¿dónde estás? Ven a merendar, que te hago un bocadillo de leche condensada”.



¿Compartimos recuerdos?
Espero que te haya gustado. Si quieres ver otras participaciones, las tienes en este post de Moli del Canyer.

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!