DIVERTIMENTO
Se alejó un poco para disfrutar mejor de todos los detalles: el brillo rojo intenso de la sangre salpicando toda la estancia, la postura desmadejada de sus brazos, cansados de luchar y rendidos finalmente al destino último, el rictus de sorpresa de sus ojos y su boca.
La expresión. Esa expresión. Había quedado muy satisfecha de conseguirla en la víctima. Expresaba justo lo que ella necesitaba: esa idea absurda de “esto no me puede estar pasando a mí”.
El ambiente estaba algo cargado de olores fuertes, pero tampoco le desagradaba. De hecho, soltó una carcajada gutural, pensando de Mario, su terapeuta. ¡Si apenas alcanzara a imaginar lo útil que había sido su consejo! Esa idea le provocó un ataque de risa.
“Tienes que encontrar la manera – le dijo una tarde con su voz ronca y calmada -. Algo que te permita sublimar tu dolor. Algo que te entretenga, un divertimento que a la vez conecte con ese sufrimiento tuyo. Seguro que hay algo que puedes hacer, necesitas digerirlo, superarlo”.
¡Y vaya si lo había encontrado! Sospechaba, además, que le hacía tanto bien, que una vez había empezado, no sería capaz de parar.
Aquello podría tener sus inconvenientes, era necesario hacer ciertos gastos, pero estaban controlados. Tampoco le importaba haberse manchado la camisa, salpicada toda ella de bermellón reluciente… la próxima vez usaría algo de protección.
Suspiró, cansada tras tantas emociones, y soltó el pincel sobre la mesa. La próxima vez probaría con acuarela, el óleo quizá era demasiado intenso para sus cuadros.