Un jueves, un relato (XXXI): "La página 29"

Por Gadirroja

Bueno, bueno...el reto de hoy me ha encantado. Admiro la imaginación de "Molí del Canyer" que nos ha retado a coger nuestra última lectura y, a partir de un párrafo de la página 29, escribir nuestro texto.Por cierto que mi lectura en ese momento era "La hija única", de Guadalupe Nettel, que te recomiendo hoy mismo en mi cuenta de Instagram.


La página 29.

Una tarde de domingo particularmente opresiva en la que luchaba por mantenerme despierta corrigiendo un artículo, Alina me llamó al celular.

¿Qué haces, cómo estás acabando la semana?

- Aquí…suspiré… - intentando invertir la tarde en algo provechoso -.

Alina me conocía demasiado bien como para que no se le pasara por alto que, tras mi suspiro y mi intento, iba también una tonelada de corazón roto.

Te espero a las ocho y media en la puerta del Kingdom. Te voy a presentar al amor de tu vida.

-  ¡Alina, que no! Ya te he explicado muchas veces que:

a)   No es sano tratar de superar una ruptura empezando otra relación

b)   Las personas adultas no necesitamos forzosamente estar en una relación romántica para ser felices.

Así que, ¡no sigas por ahí!

-  Que sí, que sí…Johanna. Que la teoría siempre te la has sabido muy bien cariño, pero luego te falla tanto la práctica. ¡Allí te veo, no me faltes! – Casi gritó Alina. Acto seguido, colgó.

Johanna miraba estupefacta el teléfono. ¿Por qué su mejor amiga tenía que estar así de loca? Era un error enorme intentar conocer a alguien ahora (y además le daba tremenda pereza, la verdad). No obstante, era incapaz de darle plantón a alguien que se esforzaba tanto por ayudarla a salir del bucle de tristeza y aburrimiento en que se encontraba desde la partida de Mario.

Así que, en contra de su verdadera voluntad, se duchó (reparó que habían pasado tres días desde la última vez…sí que andaba su ánimo preocupante), se puso una sudadera y unos vaqueros, cogió las llaves, dinero y el móvil y salió pitando al Kingdom.

Allí en la puerta, a las ocho y treinta y cinco estaba Alina, con una gran sonrisa en la cara y una correa roja en la mano izquierda. Al otro lado de la correa, un precioso pastor corgi le movía el rabo con entusiasmo.

- Te presento a Lolo. Ha llegado hoy al albergue y me ha dicho que quiere compartir tu piso – dijo Alina mientras hacía una gran reverencia.

Johanna  miró al animal a los ojos y sintió rápidamente una corriente de empatía y amor incondicionales.

- Oye, pues mira…al final igual vas a tener razón con lo del “amor de mi vida”.

Como siempre, te remito a la entrada donde enlazarán otras publicaciones con este reto.

Gracias por seguir en este viaje. 

 ¡A vivir!