La justicia británica denegó el recurso presentado por Gary McFarlane, terapeuta sexual y de pareja, que en 2008 fue despedido por Relate, la organización para la que trabajaba, por negarse a prestar sus servicios a las parejas del mismo sexo. McFarlane defendía que la obligación de atender a parejas homosexuales chocaba con sus creencias cristianas y atentaba contra la libertad religiosa.
Para Laws, el juez de la Corte de Apelaciones que ha negado el recurso, McFarlane tiene todo el derecho del mundo a tener sus creencias religiosas, pero que en ningún caso el cumplimiento de la ley puede ser supeditado a éstas. La legislación británica es clara al respecto: negarse a prestar un servicio por razones de orientación sexual es discriminatorio.
El juez dice, además, que ofrecer cualquier tipo de protección de una religión frente a otra es la mejor manera de encaminarse hacia un régimen «teocrático». Así que todos los ciudadanos tienen derecho a tener unas creencias religiosas, pero delante de un tribunal, sirven de poco.
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