¿Qué es lo mejor? La novela está escrita en verso. Toda, entera, de principio a fin.
Así, cada capítulo es un poema en sí mismo, de verso libre (pero de esa "libertad condicional" que mencionaba María Teresa Andruetto), que tiene toda una lógica interna y que construye una estructura y un ritmo para toda la novela.
Creo que es ahí donde radica la magia de Creech. Si uno leyera algún poema aislado, fuera del contexto de la novela, el poema fracasaría, no diría nada. Sin embargo, en conjunto, cada poema es una pieza imprescindible de la gran maquinaria de esta novela.
Como cada uno de los meses del embarazo de la mamá de Annie, o como cada una de las cien manzanas que le piden a Annie que dibuje en su clase de arte.
Esta es una historia sobre los procesos, los caminos y cambios que llevan tiempo. Como con la tarea de dibujar las cien manzanas, que Annie no entiende pero que cumple hasta descubrir la magia de saber y entender cómo dibujar los cambios de la fruta; como con la espera del hermano, que empieza siendo un extraterrestre, pasa a ser una calabaza y llega a ser el bebé humano, de verdad; como con el abuelo, que en medio de su deterioro aprende a seguir presente; o como con Max, que corre, que quiere huir, que va siempre a la par de Annie hasta que sus caminos se cruzan y lo que era paralelo entre ellos se vuelve perpendicular y comienza a ir de la mano.
Los poemas son suaves, rítmicos, y reflejan a Annie como personaje, una niña a la que le gusta correr pero con libertad, no en el equipo de atletismo, que es independiente y segura de sí misma, que quiere profundamente a su familia y se preocupa por ella, que conoce, entiende a Max y por eso aprende cómo acompañarlo en sus fastidios y búsquedas.
La lectura es llevadera y sumerge al lector en el universo de Annie con la frescura de la novedad. Quizás el mayor elogio sea que parece una novela escrita con facilidad por lo bien que encajan el uso del lenguaje, el avance de la historia, el progreso de los personajes, cuando es claro que detrás de escena el trabajo debe haber sido titánico. La fluidez de la escritura y su precisión son evidentes a lo largo de toda la historia.
Así, casi por sorpresa, Un latido a la vez se acaba de volver una de las mejores lecturas de este año por su novedad (¡novela en verso!), el bello trabajo con el lenguaje, los personajes y la historia, que ofrece una mirada muy fresca y delicada sobre lo que significa crecer y abrazar ese crecimiento. Un regalazo para Navidad, dicho sea de paso.