El libro, como todos los que me cautivan, es pura emoción. Una escritora americana establece una relación epistolar con una librería de Londres en busca de ejemplares únicos.Con el paso de los años, casi dos décadas, la relación entre esta escritora algo neurótica y compulsiva y el pausado y reflexivo librero del 84 de Charing Cross Road supera distancias físicas y psíquicas para convertirse en un lazo profundo, humano y sincero. Un amor común: los libros y dos personas sensibles que se encuentran en las cartas que cruzan a pesar de sus diferencias. Una paradoja que para muchos de nosotros nos resultará fácil de entender.
La escritora y personaje de la novela llega a estar íntimamente vinculada a las vidas y vicisitudes del personal de esta librería y de hecho en la época de la posguerra, ante la escasez de alimentos en Londres, les envía comida. Su relación es muy similar a la que hoy establecemos a través las redes sociales e Internet. Relaciones distantes en kilómetros, casi imposibles, pero que sin embargo al compartir una pasión común se mantienen vivas y candentes. Si no la habéis leído aún, no os demoréis. Dicen que ya es un libro de culto. Yo os digo más: es un libro de corazón.
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