La Rusia de los Zares en plena decadencia. Esa elegante decrepitud que enamora es la que Iréne Némirovsky retrata con meticulosidad poética en este precioso relato. La refinada languidez de la aristocracia rusa abatida por la revolución de octubre. La magistral autora, a través de los ojos de la fiel y anciana sirvienta Tatiana Ivanovna, nos conduce por el proceso de degradación de los Karin , la familia aristocrática a la que sirve. La mujer que ha visto nacer y crecer a tres generaciones en la mansión de Sujarevo, en las inmediaciones de Moscú, relata los últimos días gloriosos de la estirpe.
La marcha de los jóvenes a la guerra y la huida precipitada de los padres y los niños hacia el exilio en París. Al que ella les seguirá. Convertidos en náufragos de un mundo que se acaba, tendrán que adaptarse a una nueva vida en la capital francesa. La nostalgia de los tiempos pasados y el desconcierto ante el futuro imprimirá un giro en sus relaciones y en su forma de ver un mundo que ahora se les presenta hostil. Un nuevo universo en el que con el otoño no viene la nieve, sino las moscas.