Gawande relata, en un estilo ameno y muy cercano al lector, numerosas anécdotas en distintos campos profesionales como la aviación, la construcción de rascacielos, el mundo de las finanzas y por supuesto, la medicina, en las que se pone de manifiesto que la elaboración de estas listas ha permitido eliminar errores , hacer las cosas bien, e incluso salvar vidas. De su mano vamos a Austria, donde el uso de un checklist contribuyó a resucitar a una niña de dos años que se había ahogado en un lago helado; pasando por Nueva Orleáns y la catástrofe del Katrina, donde la actuación de los ejecutivos de la firma de supermercados Wal-Mart fue decisiva a la hora de ayudar a la población; hasta llegar a ponernos al mando de un avión comercial a hacer un espectacular aterrizaje de emergencia en las aguas del río Hudson tras haber sufrido un encontronazo con una bandada de gansos. Pura adrenalina.
La base de partida de su planteamiento es que todos cometemos fallos <incluso en calidad de expertos>. Asumido esto, distingue entre los errores que se cometen por ignorancia, <porque la ciencia ha dado la comprensión parcial del mundo> o por ineptitud (sabemos lo que hay que hacer, pero fallamos al aplicar el conocimiento). Es a este último tipo de error al que el cirujano pretende poner remedio con su lista de comprobación. Se trata de no fallar en los pasos básicos del proceso, eliminar los famosos despistes.
Pero no todas las checklist funcionan. Para que den buenos resultados deben de cumplir unos requisitos. Deben ser exactas, eficientes, y fáciles de usar en las situaciones más difíciles. No debe intentar recoger todos los pasos del proceso – con una lista de comprobación no se puede hacer volar un avión_ pero tiene que proporcionar el recordatorio de los pasos más importantes y críticos en los que incluso los profesionales más expertos podrían fallar.
Para ello, lo primero que hemos de hacer es decidir el momento adecuado para consultar la lista de verificación. Esto dependerá de si opta por una lista Hacer-confirmar o por una Leer-hacer. La lista Hacer-confirmar se basa en la memoria: hay que usarla cuando el proceso terminó para comprobar que no se ha olvidado nada. La lista Leer-hacer es como una receta de cocina: se consulta y hace cada paso y luego se pasa al siguiente.
El libro cautivará a los que cada día se enfrentan a procesos complejos en su desempeño profesional y se esfuerzan en hacer las cosas bien. No es un tratado de investigación ni de fondo teórico, sino una red de interesantes y trepidantes historias que ayudará al que lo lea a mejorar en su toma de decisiones. Le proporcionará un nuevo enfoque, una manera distinta de ver el mundo. Y tal vez se decida a probar una lista de comprobación: intentarlo le saldrá gratis.
¿Cómo hacer un checklist?
No debe tener más de 5-9 puntos.
El lenguaje debe ser simple y preciso.
Debe caber en una sola página.
Debe probarse sobre el terreno y mejorarla con el uso.
Úsela siempre.
Publicado en La Voz de Galicia.