Tras la muerte de la mona Chita (realmente era un mono), algunos podrían pensar que ya no quedan animales artistas en Hollywood. Sin embargo, podemos decir que Un lugar para soñar (2011) ha servido para confirmar las dotes artísticas de un mono llamado Crystal, que saltó a la fama por Una noche en el museo (2006), alcanzando la mayoría de edad con una película no apta para todos los públicos como fue Resacón 2 ¡ahora en Thailandia!
La historia gira en torno a un viudo (Benjamin Mee) y sus dos hijos, que compran un zoo en la ruina con la idea de reabrirlo y relanzarlo. Para ello contarán con un reducido número de colaboradores, encabezados por la sensual y entregada a su vocación Kelly Foster.
Un lugar para soñar está basada en el libro autobiográfico de Benjamin Mee y ha sido dirigida por Cameron Crowe, autor de Elisabethtown o Jerry Maguire, que consigue su propósito de entretener a toda la familia en la que tanto niños como adultos como niños no quedarán defraudados porque el cineasta ha hecho guiños para todos en una comedia dramática de segundas oportunidades, respaldada por una buena banda sonora country. Este largometraje no ha obtenido demasiado éxito en EE UU y la crítica de ese país le ha dado la espalda.
Parte de un hecho anecdótico como el de la reconstrucción de un zoológico, para hablar del sueño americano en un país, donde los esfuerzos y el trabajo en equipo tienen su recompensa. Por otro lado, nos parece interesante desde un punto de vista antropológico a pesar de las lógicas limitaciones porque explica, con unas cuantas pinceladas, el proceso del duelo después de la muerte de un ser querido y del modo en los que le sobreviven afrontan la situación. No está contado de una manera frívola, sino que los personajes necesitan un largo periodo de tiempo para aceptar el hecho y dar un giro a su vida, tras meditarlo, hablarlo e, incluso, discutirlo.
La cinta busca el lucimiento de Matt Damon y Scarlett Johansson, aunque las interpretaciones secundarias infantiles no se quedan cortas. Destaca de un modo especial, con su sonrisa cautivadora, la actriz Ellen Fanning (Super 8), mejorando el indudable talento de su hermana Dakota Fanning.
Finalmente, aun no siendo esta producción una maravilla y muchos la pueden tildar de simplona, uno sale de la sala con una sonrisa y el público lo agradece con aplausos. No obstante, hay una escena, digna de ser tenida en cuenta, en la que el padre relata a sus hijos como conquistó a su madre en veinte segundos de coraje (destacando la belleza del enamoramiento) a pesar de lo introvertido del personaje, que cuenta algo que sale del corazón, puesto que ha querido a su mujer con toda el alma y que muestra un modo de educar con el ejemplo.