Un lugar tranquilo, el ejemplo de que ya no sabemos ver cine
Después de ver una de las películas de las que “todo el mundo habla”, Un lugar tranquilo, saco dos conclusiones: la primera es algo no demasiado original, y es que ya sabemos que, con muy poco, se pueden crear grandes historias. Y la segunda, y más importante, la gente ha perdido completamente la esencia de ver una película.
Un lugar tranquilo es la historia muchas veces vista de los futuros post-apocalípticos y de la supervivencia en los mismos. El planteamiento inicial no es ni mucho menos original. Lo que resulta atractivo es que el desarrollo de la historia se haga de otra forma. Acostumbrados a esas historias de supervivientes vagando por un territorio y luchando contra otros supervivientes o contra muertos vivientes, por poner un ejemplo, en esta historia vemos a una familia que también intenta sobrevivir, pero que sabe que para hacerlo debe mantenerse en absoluto silencio. ¿Qué hacen entonces? Comunicarse a través de lenguaje de signos.
¿Cómo hacer que una película con pocos diálogos (hablados) resulte interesante? Primero, potenciando los ambientes sonoros. Uno de los personajes es una niña sordomuda -la actriz que la interpreta es realmente sordomuda- y cuando la vemos, sentimos su sordera. Cuando la familia pisa el camino, oímos la levedad de sus pisadas. Todo movimiento está sonoramente potenciado, para que lo podamos percibir, y es que, si hay algo por lo que destaca esta película es precisamente por su sonido, y sobre todo, por sus silencios. Luego, cuando comprendemos que para mantenerse con vida no pueden hacer nada de ruido, empezamos a sentir la angustia de vivir de ese modo. Imagina vivir durante varios días sin hacer ruido. Y ahora imagina esto durante varios años. Vaya tortura, ¿verdad? Es eso, o esperar a que un ser salga de la nada y te…
En la primera media hora de Un lugar tranquilo no oirás ninguna conversación. Los personajes se comunican en lengua de signos. Esto lo digo como advertencia y enlaza con lo que decía al principio, ya no sabemos ver una película. En la primera media hora de esta historia vamos intuyendo lo que pasa y porque pasa. No hace falta que nadie te explique nada, pero vaya, parece que hay gente que no lo entiende de la misma manera. Me resulta increíble oír a alguien decir esto en la sala del cine: ¡¿pero es qué no van a hablar nunca?! Es la demostración de la perdida de paciencia de la gente. Lo queremos todo hecho. No somos capaces de disfrutar de una película si a los pocos minutos “no pasa nada”. Claro, para ser una película que mezcle el terror y el drama, que en los primeros treinta minutos solo hayamos sentido “un susto”, es algo inadmisible. ¡Qué me devuelvan el dinero! ¡Dónde están los monstruos! ¡Cómo esperan que vea una película si tengo que leer subtítulos! Y así, con el resto de películas “extrañas”. Percibo que Un lugar tranquilo es de esas historias que de ser vistas en un ordenador o en un televisor, no pasaría el filtro de la paciencia de mucha gente. A los veinte minutos pasarían a buscar otra forma de entretenimiento. Y no sé como espera la gente ver una película, entenderla y disfrutarla, de esta manera.
Si tienes la gran idea de ir al cine y ver Un lugar tranquilo, debo aconsejarte que lo hagas sin el ritual palomitero habitual. No seas el centro de atención mientras comes, bebes o abres algún “paquetito”, porque como ya he dicho, en la primera parte el silencio es el protagonista. Y si eres de los que no aguantas una película sin acción, mejor no vayas a verla. Te aburrirás. Por mi parte, la he disfrutado mucho, y la veré otra vez en cuanto tenga la ocasión.