Un madrileño ante el 9N

Por Cooliflower

Aquí me encuentro, ante una pantalla en blanco tratando de explicar qué es esto del 9N para alguien de fuera de Cataluña; escribo con el prisma de un madrileño en la corte del rey Artur…

Para alguien que ha vivido en la comarca de La Selva, y ahora cerca del Camp Nou, el “Catalunya is not Spain” se queda corto, pues ni siquiera Barcelona se parece a Cataluña; comparte más aficiones un madrileño de Lavapiés y un catalán del Barri Gotic que cualquier Barcelonés con los oriundos de la Garrotxa. Barna, como casi todas las grandes capitales, engloba, aturde y babeliza; desde su centro expande el rango de influencia y fagocita las poblaciones cercanas. Desde las Ramblas a Grácia, la ciudad respira diversidad, muticulturalidad… y una exasperante saturación de guiris por metro cuadrado (turista es la persona que respeta, aprende y se enriquece con las nuevas experiencias; guiri es el cobarde que viaja lejos para cometer excesos que no se atreve a hacer de cerca).

Aquí, curiosamente el sitio menos catalán de cataluña, capital de la catalanidad, se viven movilizaciones, manifestaciones, cánticos… Miles de personas quieren ser independientes, y aunque no termine de compartir todos los motivos, y sobre todo eche en falta pragmatismo por encima de sentimiento (mejoraremos la educación, limitaremos cargos públicos, controlaremos gasto político, endureceremos las penas a los corruptos, respetaremos la ecología…) cada día, un poco más, comprendo el sentimiento de la votación del 9N. Y no entraré en terrenos de derechos históricos ni siglos pretéritos, porque todo el mundo puede jugar a retroceder en el tiempo hasta encontrar fronteras, o enemigos, que se ajusten a sus necesidades. Y menos alguien como yo, un madrileño de sangre judeo-musulmán-peruana al que las banderas, en general, le producen alergias. Pero si respetaré la opinión de la gente, y sobre todo la magnífica campaña que se está haciendo desde el gobierno central para fabricar independentistas.

Seamos serios entre políticos comediantes: Nadie ha trabajado más duro que Montoro, Rajoy, Soraya… nadie en Cataluña ha logrado unir más a la gente que algunos zotes con mucho traje y poca vergüenza. Ellos, tan católicos, deberían haber leído el Génesis 1:27, donde un par de personas, Adán y Eva, se saltaban la prohibición impuesta por un tal señor Dios, por el simple hecho de estar prohibido. Nadie ha trabajado mejor que los políticos “negacionistas” para convencer a la gente de que votar es un derecho, no un privilegio. Ellos, expertos en saltarse promesas y leyes, fabricando nuevas promesas y leyes, son un perverso ejemplo ejerciendo de salvadores de almas. ¿Acaso no han tenido pareja? Amar es dar libertad, comprender, ponerse del otro lado, incluso cuando has de lamerte las heridas en silencio, jodido, porque han decidido abandonarte. Quizá te quieran dejar porque hueles a rancio, y no has sabido respetar lo suficiente. Quizá, antes de gastarte el dinero con tu amigotes, podías haber escuchado las quejas de tu amada. Quizá tú también has hecho algo mal, pichurri.

El 9N no es un día de españoles contra catalanes, fascismo encubierto contra fascismo incipiente, culés contra madridistas, ni de amantes de la ratafía contra locos del anís de Chinchón, es el momento en el que un numeroso grupo de personas ha escogido decidir si este maltrecho país es el que quieren, y estemos de acuerdo o no, la democracia hace tiempo que se hizo mayor de edad.

Un artículo para comprender un poco más el punto de vista catalán, Catalanes: por qué queremos irnos de España.

Sobre este post, y este blog: ¿Cómo no íbamos a tratar la realidad catalana? Este espacio, ante todo de ecología, pero no cerrado a otros temas que pueden modificar la realidad “verde”, es un proyecto catalán, con una agencia gironina detrás (La Perruquera) y un jefe/ideólogo del Barça y de Palamós (Santi Mallorquí Gou). A las letras, escribe un servidor (Valentín Coronel) madrileño y madridista afincado en Barcelona. Esto es cooperación y realidad, diferentes personas aportando su grano de arena a un proyecto común. Y libertad de pensamiento: Nadie nos obliga a estar juntos…