El 22 de enero se anunciaba por desgracia la muerte de un emblema para la fantasía y la ciencia ficción como era Ursula K. Le Guin. Toda una institución en el género, galardonada en varias ocasiones con prestigiosos premios como el Nébula o el Hugo. Algo hizo click en mi mente. Era el momento. Mi yo lector me pedía adentrarme por primera vez en alguno de sus mundos para honrarla como se debía, para saldar una especie de deuda acumulada en el tiempo. Así pues, di mi primer paseo por Terramar sin saber lo que me esperaba ¿Fantasía clásica? Por supuesto que si ¿Un referente? Nadie lo duda a estas alturas ¿Algo más que una novela de aventuras? Si. Rotundo. Mayúsculo.
Si algo me ha demostrado Le Guin desde el primer párrafo es que es una gran narradora. Juega con ideas y palabras en un estilo repleto de sonoridad. Probad a leer algunos pasajes en voz alta y os sorprenderéis. Los párrafos fluyen aportando un aire de misticismo y magia extra que hipnotiza nuestra mente lectora. Pero hay algo más. Sueños. Imaginación. Un torbellino de conceptos desbordantes que culminan en un ejercicio de desarrolloy crecimiento personal. Como una presdigitadora de las letras, Ursula es capaz de envolverte en el mantón gris de los magos, ponerte un callado en la mano y llevarte a descubrir su mundo. A descubrir la misteriosa y extensa Terramar.
En Un mago de Terramar conocemos la historia de Ged, llamado comúnmente Gavilán, desde su nacimiento e infancia en su aldea natal en la isla de Gont y durante toda su formación como mago. Este primer libro de la saga funciona a modo de bildungsroman en el que conocemos a este joven de habilidades mágicas naturales durante un periplo de auto descubrimiento. Asistimos a una escuela de magos, luchamos contra oscuros espectros y taimados dragones. Un viaje hasta el fin del mundo en barco para enfrentarse a su propio destino. Cada capítulo supone un nuevo escalón en el viaje de Ged para conocerse a sí mismo. Y de paso, porque no decirlo, a nosotros mismos.
Todo un itinerario hasta los confines de Terramar, donde existe una rica mitología, pero que en ningún caso es tan detallada y compleja como gustaba de hacer otro pilar del género llamado J.R.R.Tolkien ¿Sois de los que odian las largas descripciones? Sea cual sea la respuesta, con Le Guin da igual. Ursula se pierde en detalles, minucias y simples destellos para dar fe de un mundo tremendamente grande. Tanto, que nunca llegamos a conocerlo por completo. Y eso es lo mejor. Terramar da pie al lector para soñar y crear a su antojo. Incita a ello. Le Guin se interesa más por la idea y las palabras correctas. Plantea la magia como algo peligroso, poderoso y repleto de consecuencias. Es la palabra la que tiene el poder mágico en este mundo. El verdadero nombre de las cosas o las personas son las que permiten dominarlas a placer.
Ante todo, la novela es una fábula sobre la importancia de conocerse a uno mismo, aceptarse y seguir un sendero de humildad en la vida. Ged nos enseña que no debemos huir de lo que nos asusta y tampoco vanagloriarnos ante el resto del mundo por ser más hábiles. Debemos abrazarnos a nosotros mismos tal y como somos. No hay una parte buena y una mala per se en cada uno. Solo reina el equilibrio en nuestros corazones, si es lo que queremos tener. Huir de ello es una vana y ardua tarea que solo nos traerá tristeza y desgracia. Aprende sobre ti mismo, abraza tus virtudes y defectos. Solo así te sentirás completo y podrás progresar como ser humano.