Foto: How can I recycle this?
Situado en el océano Pacífico, con un tamaño equiparable, como mínimo, al triple de la superficie de España, se encuentra una de las mayores construcciones humanas no visibles desde el espacio. Con las generosas aportaciones involuntarias de millones de consumidores, las especiales características del lugar, en el que confluyen importantes corrientes marinas, lo han convertido en el mayor vertedero de plástico del mundo.
En 1988, se planteó por primera vez la posibilidad de la existencia de un vertedero “natural” en la zona, pero hubo que esperar hasta 1997 para demostrar que su hipotética existencia era real. Charles J. Moore, marinero y oceanógrafo, navegaba de regreso a casa tras competir en una regata; cuando contemplaba el océano, comenzó a divisar pequeñas partículas de plástico.
Tras los primeros fragmentos que se confundían con el plancton, llegaron botellas, tapones, envoltorios… durante una semana, desde la salida a la puesta de sol, apenas veía agua: el paisaje marino que le rodeaba estaba formado por basura que se extendía hasta donde alcanzaba su vista. Alertado por la situación, contactó con su colega Curtis Ebbesmeyer, que bautizó el fenómeno como Eastern Garbage Patch, una inmensa zona donde el agua está formada, actualmente, por seis partes de basura y una de vida marina.
El Eastern Garbage Patch es el ejemplo más llamativo, que no único, de toda la basura que enviamos al mar. Los océanos contienen el 97% del agua en la Tierra y son nuestro principal suministro de oxígeno. Los mayores pulmones del planeta se han convertido en basureros gigantescos; sirva de dato que, de manera global, el nivel de plástico de las aguas se ha triplicado en los últimos diez años.
Paradójicamente, aunque las garrafas y botellas que flotan en la superficie marina hagan daño a la vista, son menos problemáticas que la contaminación invisible, ya que ni las aves ni los peces de pequeño tamaño pueden ingerir grandes envases. La luz solar descompone lentamente el plástico, y es esta sopa tóxica ya disuelta, es este “krill” venenoso del que se alimenta la fauna marina, lo que destruye los ecosistemas de los que nos alimentaremos… Sí, aunque no lo veamos, nosotros también comemos plástico. Si aceptáis un consejo para reducir este ciclo de contaminación, ahorrar dinero y CO2, apuntad el secreto: sólo hay que beber agua del grifo (aun comprando filtros -de ser necesario-, saldrá mucho más rentable y beneficiosa para el medio ambiente que embotellada).
Si quieres saber más:
Excelente post crítico con el nuevo envase de Font Vella.
Si crees que en Europa somos mejores: Nuestro propio “garbage patch” en el océano Atlántico.
Datos relacionados con el Eastern Garbage Patch y las botellas de plástico en EEUU (visita la fuente original):
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Cada 5 minutos, se utilizan cerca de dos millones de botellas de plástico, de las cuales sólo se recicla el 10%.
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Más de 173 millones de botellas no recicladas terminan cada día en los basureros y mares estadounidenses.
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100 millones de Tortugas y mamíferos marinos mueren cada año en el Pacífico norte por efecto del plástico
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Entre el 70 – 100% de las aves marinas del Pacífico norte están afectadas por el consumo de plástico.
No es escalofriante? Digamos BASTA YA!