Un mes para decidir

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Tal día como hoy, pero dentro de un mes exactamente, estaremos en plena “jornada de reflexión”, ese concepto que ha quedado tan obsoleto y caduco en nuestra sociedad hiperconectada y globalizada. El día 20 del próximo mes de diciembre será tal vez uno de los días más importantes y decisorios en la política española de las últimas décadas y, a 31 días de esa fecha, yo aún no tengo nada claro qué es lo que haré.

Votar, de seguro que votaré; pero la gran pregunta es ¿por quién? ¿Quién me ofrece alguna esperanza, por pequeña que sea, de que las cosas pueden cambiar en España? A día de hoy la respuesta es nadie. Descartados los partidos tradicionales por representar unos valores y una forma de hacer política que debe erradicarse cuanto antes, me quedan las opciones de votar según mis ideales o apelar al voto útil.

De decantarme por la primera opción -votar en conciencia- está claro que mis opciones se limitarían a Izquierda Unida, Podemos u otras coaliciones de izquierdas; de apelar al voto útil tal vez tendría que decantarme por Ciudadanos (por mucho que nos asuste lo que Albert Rivera puede hacer, a día de hoy y según las encuestas, Ciudadanos es el partido bisagra que puede decantar con más claridad la presidencia hacia un lado o hacia el otro).

El partido de Pablo Iglesias, por su parte, ha ido desinflándose poco a poco, al mismo ritmo (¡qué casualidad!) al que han ido apagándose al ardor y las ganas de ese sector joven de la sociedad que salió en masa en aquel histórico y ya casi lejano 15M, alejándose de sus bases, de las asambleas, de sus círculos y hasta de sus ideales de izquierdas, a la vez que el de Albert Rivera (mucho más curtido en la política mediática) ha ido aprovechando la oportunidad de captar a esos indecisos y desencantados con el PP y PSOE para sus filas.

El próximo 17 de diciembre volverá a ser mi turno de escribir en este blog, y para entonces espero poder tener una respuesta razonada y decirles cuál será el sentido de mi voto y por qué. Lo que está claro es que estaremos en una posición privilegiada para poner nuestro grano de arena en el devenir político de España, y no deberíamos dejar pasar esa oportunidad.