El director canadiense David Cronenberg, director de culto para muchos y conocido por las tan laureadas La mosca (1.986) o Inseparables (1.988) nos decepciona ahora con Un método peligroso, una adaptación, fallida y destemplada, de la obra de teatro The Talking Cure escrita por el guionista, director y dramaturgo Christopher Hampton. El único reclamo que presenta esta historia es la relación extramatrimonial que mantienen un hombre casado como Carl Jung y su paciente Sabina Spielrein. Si quitamos las cuatro escenitas de cama con que nos dora el gusto y el componente sadomasoquista con que Carl y Sabina nos arrebata nuestro espíritu más puro; si borráramos de un plumazo la extraña y morbosa contradicción que se evidencia en quienes así mismo tratan de dar cura a sus pacientes neuróticos, histéricos, obsesivos, compulsivos, sádicos y masoquistas; si quitamos todo esto, -digo-, no nos queda nada interesante que ver en la película. Rocco Siffredi tendría más mérito que Michael Fassbinder. Y Bella Donna algo más que Keira Knightley. Es cierto que la cinta cuenta con todos los reclamos para ser acreedora de un éxito comercial considerable, pero no es menos cierto que Un método peligroso no pasa de ser un producto cargado de buenas intenciones, una cinta algo fallida que no alcanza, ni por asomo, las altas cotas que David Cronenberg consiguió con la sensacional “Inseparables” (1.988) y que en lo que a su desdoro se refiere, ni siquiera ha conseguido romper con los rígidos moldes que la obra de teatro en la que se basa le impone.
Sólo he visto a par de actores haciendo un buen papel. Mientras que Keira Knightley nos deleita con su gama de muecas desaforadas y estrafalarias, con su abanico de gestos, posturas y actitudes sobreactuadas, aderezadas con ecos sadomasoquistas, y con una seducción algo más forzada que natural, Michael Fassbender da vida al ilustre psiquiatra Carl Jung, y nos deslumbra por su elegancia y su pose, haciendo gala de una exquisita sensibilidad y de un misticismo íntimo y contenido de pupila dilatada. Viggo Mortensen interpreta a Sigmund Freud y se convierte en Sigmund Freud, como nadie da muestras de un sentido del humor retranqueado, suave e irónico a la vez, dando vida aun personaje robusto en su calado intelectual y serio como cualquier científico que se precie de serlo.
Un método peligroso no es una película apta para todos los públicos. Quizá si hojeásemos alguna revista de esas de psicología o si nos pasásemos un día por el Vip´s y nos compráramos unos cuantos libros de esos de autoayuda y superación creo que fácilmente podremos entender el guión con algo más de claridad y darnos cuenta que aquello que sea eso del psicoanálisis es algo que no puede explicarse con un par de escenas de cama, ni mucho menos con cuatro cartas de un par de amigos. Desde luego que las escenas de cama están muy vistas en el cine y la verdad es que ya no nos despiertan el más mínimo interés.ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS