Desde ese día nadie vende barquillos en el parque, seguro que te acuerdas.
Como era un poco borracho le gritábamos: ¡Merluza! y el él nos respondía: ¡Hijo puta!. Lo que nos reíamos.
Cuando le golpeabamos con la pelota. ¡Cabrones! nos gritaba y corríamos a escondernos.
¡Que si ese viejo!. El que vendía barquillos.
Piensa un poco.
Ese día que Ramirez le rompió la bolsa de barquillos.
Fueron nuestros mejores años.
Todo se acabó cuando a Fermín le rompió el brazo de un bastonazo.
Nuestros padres le prohibieron volver a la plaza.
¡Venga no me digas que no te acuerdas!.
Si tu eras el peor.