Un milagro en equilibrio, de Lucía Etxebarria

Publicado el 05 octubre 2013 por Goizeder Lamariano Martín
Título: Un milagro en equilibrio Autora: Lucía Etxebarria Editorial: Planeta Año de publicación: 2004 Páginas: 424 ISBN: 840805581-X

El viernes 21 de septiembre una compañera de trabajo me preguntó si había leído Un milagro en equilibrio. No recordaba el nombre de la autora, pero me dijo que lo había leído nada más dar a luz a su segundo hijo y que no solo le gustó, sino que le emocionó muchísimo. Ese mismo lunes me llevó el libro a la oficina. Durante el fin de semana yo ya lo había buscado en Internet y había visto que la autora era Lucía Etxebarria. Como personaje público no me cae demasiado bien pero como escritora sí, ya que sus novelas Beatriz y los cuerpos celestes y El contenido del silencio sí me han gustado.

La protagonista y narradora de esta historia es Eva Agulló, una superviviente de las letras que se ha hecho famosa como autora de un libro, Enganchadas, en el que recopila las historias de varias mujeres adictas a diferentes sustancias. No es un libro del que se sienta orgullosa precisamente, como tampoco lo está de ninguno de sus trabajos. Esporádicamente colabora con varias editoriales y medios de comunicación, mientras no pierde la esperanza en poder convertirse algún día no muy lejano en escritora de pleno derecho, pero por ahora las novelas que ha escrito siguen guardadas en un cajón después de haber sido rechazadas por muchas, demasiadas, editoriales.


Su trabajo, su día a día, su vida, no es el que le gustaría, el que había soñado, pero es lo que hay, las obligaciones, las facturas, la hipoteca, los créditos mandan y hay que seguir, tirar para adelante, sobrevivir cada día. Aunque no esté satisfecha ni orgullosa. Como tampoco lo está su familia. Su padre y su hermano Vicente son dos hombres excesivamente rectos, ordenados, organizados, acostumbrados a mandar y a ser obedecidos, a tener siempre todo bajo control y a fiscalizar la vida de todos los que están a su alrededor, especialmente sus familiares.

Su madre y sus hermanas, Asun y Laureta, no son una excepción al gen de los Agulló. Siempre son políticamente correctas, obedientes, sumisas. Aunque eso les suponga vivir encerradas en un matrimonio, en una vida, en una rutina que no les hace felices. Así que Eva, la hermana pequeña, es la oveja negra de la familia. La que no tiene un trabajo estable, la que no se ha casado, la que sigue saliendo casi todas las noches hasta las tantas, la que bebe y la que incluso tiene la fama de ser adicta a las drogas. Y realmente es una adicta. Al alcohol, a la tristeza, a la angustia, a la soledad y, por encima de todo, a ser juzgada y valorada por los demás. No sabe verse ni entenderse por ella misma, necesita verse, sentirse, pensarse a través de los ojos de los demás. Necesita conocer su aprobación o, al menos, su juicio, su crítica. Todo esto lo conocemos a través de una extensísima carta-diario que Eva escribe a Amanda, su hija recién nacida, mientras su madre agoniza en la UCI. Eva acaba de ser madre, acaba de formar una familia, le toca mirar hacia adelante, pensar en el futuro, pero no puede evitar, porque lo necesita mucho más de lo que imagina, saber el pasado de su propia familia, la historia de sus padres. Necesita saber de dónde viene para intentar vislumbrar hacia dónde se dirige. Así, poco a poco conoceremos los secretos a voces, las herencias materiales e inmateriales, lo que todo el mundo sabe pero nadie se atreve a decir, la historia nunca contada de la familia Agulló Benayas, que se ha desarrollado entre Alicante y Madrid. Y al mismo tiempo conoceremos también el pasado de Eva, su propia historia. Cómo fue su infancia y su adolescencia, sus amistades, sus noviazgos, sus noches locas, su vida entre Madrid y Nueva York. Sus sueños, sus deseos, sus anhelos pero, sobre todo, sus miedos, sus fantasmas, sus angustias que, por desgracia, son mucho más abundantes. Esta historia, que no sé hasta qué punto es la historia de la propia Lucía Etxebarria, también me ha emocionado y conmovido e incluso me ha hecho llorar. Pero también me ha hecho reír y, sobre todo, reflexionar. Sobre mi embarazo, sobre la familia que Pablo y yo estamos a punto de formar, sobre cómo será nuestra relación con nuestro hijo, cómo será su vida, qué pensará de nosotros, de nuestras vidas. ¿Estará orgulloso de nosotros, de su familia, de su pasado, de su historia? ¿O, por el contrario, no querrá saber nada, no querrá conocer de dónde viene?
De todo esto habla esta novela que no solo entretiene y engancha mucho sino que, además, hace pensar. Sobre la vida. Sobre el precario equilibrio en el que se desarrollan nuestros días. Sobre el milagro que es que, a pesar de todo, logremos sobrevivir. Porque eso es la vida. Un milagro. Nada más y nada menos. Pero eso sí, un milagro en equilibrio.  

Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí