Si algo tengo claro antes de empezar esta reseña es que con este autor no hay fallo que valga. Este año me estrené con él leyendo Respirar por la Herida y luego La Tristeza del samurai para seguir con este Millón de Gotas y todas han sido lecturas "diez" como creo que serán todas las que caigan en mis manos de Víctor. Ya tengo su primer libro El peso de los muertos para completar todo lo que ha publicado y sé que es una apuesta segura que me hará pasar unos ratos inolvidables.
Título: Un millón de gotas.Autor: Víctor del Árbol.Editorial: Destino, 2014.Páginas: 700.
Resumen oficial.
Gonzalo Gil es un abogado metido en una vida que le resulta ajena, en una carrera malograda que trata de esquivar la constante manipulación de su omnipresente suegro, un personaje todopoderoso de sombra muy alargada. Pero algo va a sacudir esa monotonía.
Tras años sin saber de ella, Gonzalo recibe la noticia de que su hermana Laura se ha suicidado en dramáticas circunstancias. Su muerte obliga a Gonzalo a tensar hasta límites insospechados el frágil hilo que sostiene el equilibrio de su vida como padre y esposo. Al involucrarse decididamente en la investigación de los pasos que han llevado a su hermana al suicidio, descubrirá que Laura es la sospechosa de haber torturado y asesinado a un mafioso ruso que tiempo atrás secuestró y mató a su hijo pequeño.
Pero lo que parece una venganza es solo el principio de un tortuoso camino que va a arrastrar a Gonzalo a espacios inéditos de su propio pasado y del de su familia que tal vez hubiera preferido no afrontar. Tendrá que adentrarse de lleno en la fascinante historia de su padre, Elías Gil, el gran héroe de la resistencia contra el fascismo, el joven ingeniero asturiano que viajó a la URSS comprometido con los ideales de la revolución, que fue delatado, detenido y confinado en la pavorosa isla de Nazino, y que se convirtió en personaje clave, admirado y temido, de los años más oscuros de nuestro país.
Una gran historia de ideales traicionados, de vidas zarandeadas por un destino implacable, una visceral y profunda historia de amor perdurable y de venganza postergada; un intenso thriller literario que recorre sin dar respiro la historia europea.
Impresión personal.
Antes de entrar directamente en el libro me gustaría comentar mis sentimientos y es que si algo caracteriza a las novelas de Víctor es que una siente. No es que te guste la historia más o menos o te identifiques con los personajes, o que los ambientes esten bien definidos o no. Las novelas de Víctor del Árbol tienen un valor añadido para mi y es que me hace sentir cada vez que la tomo y la suelto. Muchas veces incluso sentimientos contradictorios por su contenido o por la propia contradicción en que muchas veces una vive cuando se enfrenta a situaciones que nunca se había planteado y que el libro te pone frente a la cara. Cada vez que he soltado la novela he sentido rabia y estupor, miedo y desesperanza, comprensión y cariño, ternura y fatalidad, impotencia y confianza. Una serie de sentimientos muy variopintos dependiendo de la época en que estaba leyendo, el personaje que participaba y los hechos, sobre todo, los hechos. Unos hechos demoledores y oscuros que Víctor nos va descubriendo a su ritmo y al ritmo que desea que los vayamos desgranando para que te vayan haciendo efecto en el corazón y en el cerebro. Las novelas de Víctor son novelas para sentir. Claro que pasan cosas, muchas cosas pero quizás lo importante no es que las cosas pasen sino tu actitud ante lo que pasa y la actitud de los personajes. Por eso muchas veces consigue que te enfrentes a ellos, que los juzgues, los perdones y te reconcilies con algunos y busques con empeño la esperanza que, sin duda, deja abierta en algún resquicio que tienes que vislumbrar. Tu decides si la tomas o la dejas, como la vida misma, Víctor me hace decidir si rendirme al desastre o seguir luchando aunque no sea más que "una gota en el océano de la vida".
En definitiva, una novela que desgarra en lo más profundo, una historia dentro de la historia real de mucha gente anónima, una obra para leer despacio y con un buen asidero pero también para disfrutar una manera de escribir que no te deja indiferente, que te recuerda lo vulnerable que somos y lo fuertes que podemos llegar a ser cuando estamos en situaciones límite.