Por el título de esta reseña pudiéramos pensar que esta maravillosa novela de la reconocida escritora española Clara Sánchez, es de corte romántico ya que he dicho que tiene muchos corazones. No es así. Esta novela nos muestra más bien, el comportamiento social y al desnudo del ser humano, sobre todo del trabajador que entrega ocho horas diarias o más a producir dentro de una oficina. La protagonista es una chica escritora que desde su puesto de recepcionista hasta más tarde sus nuevas y ascendidas posiciones dentro de una torre de negocios, va develando con astucia, las miserias y venturas de cada integrante de esa colmena de trabajadores. Con sus dramas, costumbres y personalidades cada personaje va mostrando que no solo es el aparente trabajo lo que pervive dentro de esa Torre de Cristal. Creo que no fue al azar que Clara Sánchez escogiera la profesión de escritora para su protagonista, porque se supone que el escritor es observador y recoge detalles que describen situaciones y facilitan la construcción de la obra.
Digo que es un libro con muchos corazones, porque tengo la costumbre de colocar con un marcador, al lado de los párrafos que me parecen bien escritos o me llaman la atención, bien sea por el uso escogido de las palabras o por los recursos literarios usados, un corazoncito como muestra de que me han producido un profundo gusto. Y he llenado este libro de principio a fin con ellos.
Un millón de luces es una novela que logra despertar tus sentidos con descripciones acertadas y perfectas. Para muestra un botón:
“Dirige la mirada hacia la izquierda, donde hay un sillón vacío, lo que no quiere decir que mire el sillón, porque ese sillón es un simple obstáculo en su mirada”. Pág 308
¿No es una manera perfecta de decir que esa persona está pensativa?
Miren este otro ejemplo de una cara que le ha parecido común a nuestra protagonista y que ha ido adquiriendo personalidad mientras hablaba y la conocía:
“Ya no me parece nada corriente. Cada uno de sus rasgos ha ido madurando y adquiriendo personalidad ante mis ojos. No hay nada que impresione más que una cara que parezca normal y luego no lo sea”. Pág. 310
Y luego continúa más adelante:
“Del fondo de antiguos pasadizos y pozos oscuros de su cara emerge una sonrisa nada inocente. Nos levantamos. Se diría que en este rato hubiese crecido, también que se hubiera hecho más fuerte y con tanto poder de atracción que parece que los cuadros, los tapices, los jarrones chinos y los ceniceros de plata va a desprenderse de sus sitios y a seguirla por el pasillo hasta la puerta de la calle”. Pág. 311
Me parece un dominio del lenguaje perfecto para mostrar el personaje y cómo este ha ido perfilándose y creciendo en la mente de la chica protagonista que hace de narradora en primera persona y cuyo nombre no aparece en la novela. Lo que hace que todos podamos identificarnos y ser en cierta forma “ella”.
Para no dejar duda de lo que digo, voy a mostrarles otro pequeño párrafo que a pesar de tener la marca de un corazón en el margen, otorgado por lo bien escrito que me ha parecido, también me dio asco (aquí me sonrio). Con pocas palabras me ayudó a conocer a la persona descrita:
“Así que entiendo perfectamente el sufrimiento por el que pasa Lorena cuando el director de Recursos Humanos, sobrepasando todos los límites de la higiene, saca el pañuelo, lo desdobla, se suena la nariz, y lo pliega de nuevo sobre sí mismo para volver a guardárselo en el bolsillo, pasándoselo antes, la mayoría de las veces, por la boca para limpiarse la espuma blanca que su saliva, como si fuese cerveza, le va depositando en las comisuras”. Pág. 317
Estoy sacando estos párrafos de su contexto, de la historia y aún así, no pierden su fuerza narrativa. Tendrían que conocer al director de Recursos Humanos con el defecto de unos ojos que bailan y otras descripciones, para que pudieran tener una idea completa de este curioso personaje.
Otra de mis párrafos favoritos es el siguiente:
“…Vicky es que no hace ningún caso de lo que no le interesa. Tiene ese aire ausente de quien siempre está tratando de recordar algo”. Pág.131
Frases así solo se logran con una combinación de elementos: una observación de la realidad y un manejo exquisito de la palabra.
No solo la descripción de los personajes es acertada y genial, también la de las situaciones y los ambientes. Clara Sánchez narra con precisión y claridad, sin dejar de usar unas comparaciones extraordinarias. Les muestro un párrafo escogido de mil ejemplos que podría haberles puesto:
“Era noviembre y Berlín estaba gris. Y aunque daba sensación de frío, no lo hacía, no demasiado. Más que melancólico el ambiente era tristón, pero era una tristeza que a él no le afectaba, porque esta tristeza estaba lejos de su hogar, se podría decir que estaba visitando la tristeza ajena y que era un extranjero en esa tristeza.” Pág. 278
La psicología del comportamiento humano está muy bien explicada desde miradas novedosas:
“No sé por qué el rechazo ajeno le crea a uno cierto sentimiento de culpa. Se tiende a pensar que el no ser querido o ser odiado procede de la propia naturaleza de uno, cuando en realidad procede de quien nos quiere o nos odia”. Pág. 214
Podría citar muchísimos más párrafos a los que premio con mis humildes corazoncitos de tinta roja. Pero tendría más sentido si pudiesen leer y experimentarlo por ustedes mismos en todo su contexto y con la fuerza de la historia. Solo así, me atrevería a decir que encontrarían como yo, muchos párrafos favoritos.
Es interesante descubrir que en la obra hay muchas “pistolas de Chéjov” que se disparan unos capítulos más adelante, hilando la historia. Por ejemplo:
“El Doctor Dorado tiene ganas de hablar y si tiene ganas de hablar no habrá quien lo pare. Así que me dispongo a mirar por el ojo de la cerradura con un poco de miedo”. Pág. 138
Ya se había hablado antes lo que significaba para ella mirar por el ojo de las cerraduras. Así que nos hace un guiño al volverlo a usar porque conocemos ya como piensa la protagonista.
Cuando mi reciente visita a Madrid estaba por concluir, recibí una invitación a modo de despedida de mi querido editor Basilio Rodríguez Cañada y su esposa Raquel Delgado para almorzar en su club, allí se nos unió el escritor (a quién se le acaba de hacer un gran homenaje en Madrid) Francisco Gutiérrez Carbajo, quien nos traía sendos ejemplares autografiados de “Un millón de luces”. Este extraordinario regalo, me acompañó en el avión de regreso a América y fue en verdad iluminador como su título.
Comprendí el porqué la novelista Clara Sánchez ha ganado tantos premios importantes como el Alfalaguara, el Planeta y el Nadal y está a punto de dar su discurso inaugural para el puesto al que fue elegida en la Real Academia Española.
Gracias por los millones de luces Clara.