Un minuto antes de morir

Publicado el 03 mayo 2014 por El Perro Patricia Lohin @elperro1970

by Mortuza Reza

Courtney comenzó el día de puta madre. Mientras conducía el auto por una carretera paraestatal de Carolina del Norte –creo que esas cosas no existen en mi país – , un audio vomitaba el éxito comercial “Happy” –debo confesar desconocido para mis oídos-.

Y como la felicidad –en menor medida que la desdicha- es contagiosa, la muchacha de 32 años lanzó el virus a través de una “selfie” con comentario incluido,  hacia las redes sociales. Todo esto,  exactamente un minuto antes de morir.

Posiblemente existan otros episodios similares, de los cuales no nos hemos dado por enterados o han tenido consecuencias mínimas para la salud y nulas repercusiones periodísticas.

Al tratarse de un caso ocurrido y documentado en EEUU, éste subió rápidamente al podio de “primera muerte ocasionada por una ‘selfie’ mientras se conduce”. Seamos honestos: los chicos del norte son pioneros en casi todo, sin más recordemos que las invasiones extraterrestres les tocan siempre a ellos.

Bajando hacia mi país –exactamente al final del continente y un poco más abajo donde ya casi no es América-, las noticias son de absoluto tenor violento y lacrimógeno. La violencia está instalada por igual en los hechos y en las palabras que las describen. A los muertos –que no son los mismos de siempre, aunque algunos todavía figuren en el padrón electoral-, se les suman los descoloridos apuntes sobre economía y política.

Hay días en que siento que le gano la batalla a la realidad quedándome estrictamente recluida en mi limbo personal. Entiéndase “limbo” como un espacio en la memoria, la teoría de un supuesto mundo entre los vivos y los muertos se la dejo a los estudiosos en teología.

Volviendo, éste no es más que una especie de estratósfera habitada por un conjunto de pensamientos medianamente positivos. Un universo creado por mí misma alineado a los nuevísimos preceptos donde uno es lo que come, es lo que piensa, es como la gente que se junta, es lo que lee y es lo que se ve afuera.

Digamos que sería un mal revoltijo de El Secreto y Confianza Total.

Literalmente hablo de: buena actitud, mucha predisposición, oídos sordos a boludeces crónicas, muchos sahumerios, buenos libros, mejores películas o series, deporte, y fundamentalmente activación permanente de una alarma anti cismo que avise cuando se viene “la maroma”.

Otros días, por más que me esfuerce y le dé gracias al universo tres o cincuenta veces al día, esa realidad virtual se desmorona, la vida me encuentra con las defensas bajas y el filtro que impedía el ingreso de pálidas y otras yerbas no “funca”. Por lo general primero entra en terapia intensiva mi estabilidad económica y por detrás va marchando mi estabilidad mental.

Me sacudo como un perro y me resisto a creer que “todo” está mal. Afirmar esto es declarar algo absoluto, lapidario y “yetatore” total. Digamos para suavizar que “todo está tranquilo”, la calle descansa y el bolsillo está alerta.

Yo soy un poco como Courtney. Por eso la nota me pareció casi colorida. Me levanto con pilas, pongo la música a todo volumen, bajo el vidrio del auto y dejo que el viento me despeine. Saco fotos diarias para reafirmar que todos los días hay algo que me hace feliz, hago anotaciones en mi agenda y cuelgo frases que para otros son ridículas.

Mi naturaleza hizo que no me detuviera en lo dramático de la noticia, sino en ese minuto anterior, en donde la felicidad es un hecho personal, intangible, completo y sublime; y la muerte . . . la muerte es un pasaje hacia otro lado, un capítulo aparte.

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