Dice el Conferencista Internacional Fernando Vigorena Pérez que “la única energía humana que mueve a las personas, que las hace avanzar y que derecciona sus esfuerzos para realizar una cosa, es la ambición”.
Y sigue: “Las personas ambiciosas son impulsadas por un poderoso deseo de cambiar las cosas a su alrededor, y también su propio destino durante el proceso. Donde los otros observan obstáculos, ellas ven una oportunidad. Ignoran lo viejo y tienen coraje para explorar lo nuevo. Piensan en grande y se llenan de entusiasmo con las innovaciones y maneras diferentes y mejores de hacer las cosas”.
Difícil es hablar de José Mourinho sin pensar justamente en esto. Ambicioso, deseoso, ganador e insaciable, el nuevo entrenador del Real Madrid se encuentra a las puertas de otro gran desafío.
De paso exitoso por el Chelsea y el Inter, “Mou” evade las criticas y a días del debut de su equipo en la Liga de las Estrellas ante el Mallorca, se aleja de este personaje arrogante y egocéntrico que el mismo supo crear y se muestra predispuesto al dialogo. No deja tema por tocar y al mismo tiempo que reconoce que “no se si se volverá a repetir”, le concede una imperdible entrevista a Juan Cruz, del Diario El País.
Comienza recordando su infancia y dice: “Todo ha sido muy natural. Nací en una familia de jugador; crecí después como hijo de entrenador. Ese ha sido mi hábitat natural. Muchos años más tarde, el fútbol sigue siendo parte indisoluble de mi vida”.
“El fútbol es mi vida. Mi padre se casó con una profesora de portugués. Esa combinación me hizo amar el fútbol por una parte, pero al mismo tiempo la presencia de mi madre, su actividad, me influyó para tener un poco de control de esa pasión y mantener una motivación cultural y académica. De joven, cuando tenía 17 años, apareció una novia en mi vida, una chica de 15 o 16 años que ahora es mi mujer; ella también tiene formación universitaria, de filosofía, yo estudié educación física. Por tanto, la formación de mi pensamiento es el fruto de la unión de dos áreas que algunos creen incompatibles, la universidad y el fútbol”.
“Ya no quiero ser aquel niño que pensaba jugar a un alto nivel al fútbol y sé que jamás podría ser un crack como había soñado; me doy cuenta de que podría ser tan solo un jugador como tantos otros que aman el fútbol, pero que jamás podría estar en el top. Es entonces cuando advierto que he de ver la vida desde la perspectiva de alguien que tiene una tendencia natural para liderar, para estudiar, para entender más los aspectos científicos de las cosas”.
La entrevista trascurre y Mourinho habla de su padre, del cual remarca su honestidad: “Es lo más importante de un entrenador, y quizá de un hombre. Porque cuando mi padre me lo enseñó, siendo yo un niño, él ni soñaba con que yo pudiera ser entrenador de fútbol. Para ser un hombre y para traspasarlo al fútbol, para ser un líder, porque un entrenador es un líder, me parece que la honestidad es lo más importante. Mi padre es para mí un ejemplo”.
“Siempre he tenido una relación absolutamente fantástica con mis grupos de trabajo y me parece que la culpa de esta relación es esa honestidad que mantengo con los jugadores. Una de las cosas que quiero explicarles es precisamente esto, que quiero tener una relación muy grata, muy honesta, y bilateral: yo contigo y tú conmigo. No quiero intermediarios. No quiero que un jugador declare a la prensa que le gustaría saber por qué no juega: que me lo pregunte a mí. Tampoco quiero decirle a la prensa por qué razón ese futbolista no juega; se lo diré a él. Para mí, la relación directa, honesta, mirándonos a los ojos, es lo más importante. Tendremos momentos negativos, como es obvio, porque un jugador es un animal muy especial -lo digo con todo el cariño, no en sentido crítico-, y una de las características de este animal es que si no juega no es feliz”.
“El mundo ha evolucionado y ahora el futbolista es muchísimo más instruido. Cuarenta años atrás, un entrenador con dos dedos de inteligencia y dos dedos de cultura tenía un dominio intelectual y cultural sobre sus futbolistas. Los jugadores no tenían ni la capacidad de entender en qué trabajaban, cómo trabajaban, sus necesidades… No. Simplemente comían de aquello que les daban de comer, futbolísticamente hablando, y nada más”.
“Hoy un jugador es un hombre con una posición totalmente diferente en la sociedad. Antes no podía entrar en muchos ambientes sociales. Hoy todos quieren que los futbolistas pertenezcan a los diferentes espacios sociales. El jugador es mucho más culto, más inteligente, es más exigente. Por eso creo que hoy un entrenador tiene que estar mucho más preparado que años atrás. Un entrenador que hoy solo entiende de fútbol es un entrenador pésimo. No puede sobrevivir. Y el entrenador clásico, aquel que fue jugador o que entiende mucho de fútbol y es entrenador dos días después, no tiene muchas posibilidades de tener éxito si no está preparado en todos estos niveles de los que hablamos”.
Posteriormente, llega el momento de hablar sobre su filosofía de juego y su versatilidad, muchas veces cuestionada, pero sobre la cual el Mourinho tiene una mirada en particular: “El aspecto cultural es muy importante. Una vez dije algo que quizá pasó inadvertido y que acaso sea una de las cosas más acertadas que he dicho sobre el fútbol. Jugaba el Chelsea contra el Barça y las preguntas siempre eran las mismas: quién es mejor. El Chelsea estaba muy fuerte, había sido campeón de Inglaterra, el Barça era el campeón de España y jugábamos unos cuartos de final de la Champions. Les dije: este Chelsea es campeón de Inglaterra, y si jugara la Liga española no la ganaría. Y el Barça “es campeón de España, pero no ganaría la Premier”.
“La construcción de los equipos debe realizarse de acuerdo con la cultura y con las cualidades que tienes para ganar. Como jugaba hace cuatro o cinco años, el Barça no ganaba la Premier. Quizá hoy la ganaría. Por eso es imposible que un entrenador llegue a un país y diga: Este es mi sistema, mi filosofía de juego. Si un día Pep va a Inglaterra o a Italia, quiero ver si su equipo juega como el Barcelona… ¿Seré capaz de hacer con el Madrid lo mismo que he hecho con el Inter a nivel de juego? Imposible. El aspecto cultural es muy importante”.
“La idiosincrasia es fundamental. Puedes tener principios del juego, puedes no abdicar de ellos, pero la idiosincrasia del club y de la propia Liga son fundamentales. Si intentas jugar contra esos principios, estás jugando contra ti mismo. Existen cosas en el Real Madrid que quiero mantener. Por ejemplo, la obsesión por jugar un fútbol ofensivo y atractivo… Todos me dicen que el aficionado del Real Madrid quiere ganar, ver un juego ofensivo y bonito. Yo también. Pero no quiero un Real Madrid bajando con cinco y atacando con cinco. Existen principios a los que no puedo renunciar. Hablando de un modo general: ganar, jugar bien, jugar ofensivo… Obviamente, esa historia no quiero cambiarla”.
Ya para finalizar, plantea sus objetivos a futuro, ambiciosos, como no podía ser de otra manera: “Como en todos los planteamientos, tienes que ser flexible y adaptarte a la situación. Tienes que analizar y hacer un diagnóstico del día a día a todos los niveles. En mi vida profesional es muy difícil que este planteamiento sea cumplido automáticamente, tiene que haber desviaciones… Tenía tres grandes objetivos cuando empecé a entrenar. He alcanzado dos casi. Uno, ganar tres Champions con tres clubes diferentes.
Ernst Happel, Ottmar Hitzfield y yo hemos ganados dos cada uno en dos clubes diferentes. Happel ha fallecido. Hitzfield está a punto de retirarse y a mí me quedan muchos años de carrera por delante. Otro: quiero ser el único en ganar las tres Ligas más importantes del mundo: la española, la italiana y la inglesa. En este momento, Fabio Capello ha ganado la italiana y la española; Carlo Ancelotti ha ganado la inglesa y la italiana, y yo, la inglesa y la italiana. Capello, si no vuelve a un club, como él dice, ya no llegará. Solo estamos Carlo y yo, y no sé si Carlo lo tendrá entre sus objetivos. Yo quiero ganar las tres”.
“El tercero es dar a mi país algo que aún nadie le ha dado: el título de campeón del mundo o de Europa. Esto es más difícil porque no me gusta entrenar selecciones. Es un sueño para mí. Me parece que Portugal, un país pequeñito, de diez millones de habitantes, sin un potencial económico, sin grandes infraestructuras, tiene un fútbol que merece algo importante”.
“Soy un portugués que no quiere volver, no quiero trabajar en ningún club portugués, no quiero vivir en Portugal, pero soy un portugués al que le gustaría hacer algo importante con mis capacidades”.
Ideologías y gustos futbolísticos al margen, algo esta claro. José Mourinho es un ser especial. Su ego es tan grande como su amor incondicional por la profesión. Y esto es algo que lo distingue.