http://www.patricianuro.com/2012/06/un-muchacho-un-ministro-fatima-banez.html
Yo conozco a un muchacho que es concejal en un Ayuntamiento de una ciudad capital de provincia.
El muchacho, desde edad muy temprana, tuvo claro cuales eran sus ideas y su deseo de formar parte de un partido político. Y lo consiguió. Empezó a trabajar por y para El Partido y éste le aceptó con cariño e ilusión. Y para agradecer su nivel de compromiso y el haber sido un cachorro tan dispuesto siempre a morder a quien osara criticar a su dueño, a El Partido, se le concedió el honor de meterle en las listas para unas elecciones municipales aunque en una posición muy alejada de los primeros puestos, de relleno. Pero los resultados electorales fueron aún mejor de lo esperado por EL Partido y el muchacho salió elegido por el pueblo, que es muy pueblo, pueblísimo. Se le premió dándole una concejalía, eso sí, sin sueldo (sólo dietas, viajes y extras que su cargo pudiera necesitar) y aconsejándole algo de moderación pública al entrar de lleno en el business. El muchacho, y que es un muchacho os lo aseguro yo que le he visto corretear cuando yo ya andaba con novios, no tiene otro trabajo más que el de concejal. Y no erraremos mucho si decimos que el resto de su vida laboral girará en torno a El Partido y, muy probablemente, a lo público, a un sueldo que saldrá de las arcas públicas. Irá pasando de puesto en puesto; un par de años más como concejal, tal vez otra legislatura a una concejalía de mayor peso, puede que un puesto en la dirección regional del partido y de ahí, hasta es posible que dentro de 15 o 20 años, llegue a ministro. ¿Por qué no?, lo hemos visto ya muchas veces y él también lo sabe. Y puede que el muchacho, cuando lo consiga, no entienda las suspicacias que despertará en los que hemos empezado a trabajar o descargando pescado, limpiando baños de bares o cargando maletas. Ni en los que sí hemos terminado unos estudios superiores, incluso estando trabajando y eso sin tener ninguna responsabilidad política. Ni las que despierte en los que hayan pasado ya por decenas de empresas, cada una de un tipo y a las que se han tenido que ir adaptando como buenamente podían. Ni las que vengan de los que hemos tenido que aguantar a compañeros cabronazos, a jefes incompetentes que te presionan y te ningunean, que te ponen y te quitan según tengan el día. Y todo sin corbatas, sin ruedas de prensa, sin halagos, solos. Ni de las que lleguen de los que hemos llorado cada vez que se nos acaba el contrato, nos hacían un ERE o nos despedían. O de los que hemos pasado la mitad de nuestra vida laboral sufriendo porque nos iban a echar. Hasta puede que reciba críticas de los que se arriesgaron y montaron un negocio sin red debajo, con la posibilidad de perderlo todo. Porque a él, todas esas cosas no le habrán pasado. Él, después de años viviendo de la política y de El Partido, estará completamente alejado del mundo real y no entenderá nada y menos nuestras suspicacias de mierda. Y el caso es que el muchacho, podría llegar un día, por ejemplo, a ser hasta ministro de trabajo.
Y eso no será bueno, no, será señal de que las cosas no han cambiado y que Los Partidos siguen criando, cobijando y premiando a la peor, a la mas inútil y dañina clase política que jamás ha tenido España.
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