En parecido sentido puede interpretarse también el artículo que en El País del pasado día 25 escribía el economista Moisés Naím titulado "El milagro del año 2000". Los políticos nos han educado para no creerles, dice en su artículo, sin embargo, en los trece años que van del 2000 a acá -añade- la humanidad ha experimentado la mayor reducción de la pobreza de su historia: 500 millones de personas salieron de la miseria en la que vivían, la mortalidad infantil cayó en un 30% y las muertes por malaria disminuyeron un 25%. Y 200 millones de habitantes de los barrios más pobres del mundo tuvieron acceso a agua, cloacas y mejores viviendas.
Si el problema, como dice el profesor Arias en el artículo citado, no es quién tiene derecho a hablar -que todos lo tenemos- sino quién merece ser escuchado, es al público -concluye- a quien corresponde filtrar el tremendismo y ponerlo en su lugar -poético, moral- a la hora de formar sus propios juicios. A no ser, añade, que el público sea el primer seducido por la tentación apocalíptica y quienes la encarnan no hagan, en fin, más que responder a sus demandas.
Y termino, como empecé, volviendo al profesor Fusi y su libro sobre la historia contemporánea, del que pueden leer la crítica que sobre el mismo realizara en Revista de Libros (noviembre, 2013) el también historiador y filósofo Rafael Núñez Florencio en el enlace de más arriba. Cuenta Juan Pablo Fusi en el prólogo del libro citado que Ortega y Gasset, con tan solo veinticinco años, tuvo el atrevimiento de espetarle a Ramiro de Maeztu que cuando se escribe historia "o se hace literatura, o se hace precisión, o se calla uno". Eso no quiere decir que la literatura desmerezca de la historia, pero sí, que la historia se mueve en parámetros distintos que la literatura, y que los hechos son los hechos, y a ellos hay que atenerse para contarlos y para interpretarlos.
Fiel a la filosofía que inspiró el nacimiento de "Desde el trópico de Cáncer" su objetivo sigue siendo echar una ojeada sobre el mundo a partir de lo que dicen y cuentan "otros" con mucho mejor criterio, manifiesto, que al autor del blog. Lo que no quiere indicar que siempre se esté de acuerdo con lo manifestado por esos "otros" a los que, sin embargo, respeta y admira.
Sean felices, por favor. Y como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos, aunque ahora ya estemos de vuelta. Tamaragua, amigos. HArendt