Siempre un avistamiento de Alba es para ser tenido en cuenta, pero si el avistamiento es de un Maupassant, entonces la consecuencia inmediata es el señalamiento. ¿Por qué? Pues porque Maupassant es magnífico. Lo dijo muy clarito Joseph Conrad: «este maestro del mot juste, nunca ha sido un mero tratante de palabras. Sus mercancías no han sido cuentas de vidrio sino pulidas gemas: quizá no las más raras y preciosas, pero sí con las mejores aguas de su género».
La mercancía, la gema, en cuestión, que ahora nos ocupa es Pierre y Jean, todo un clásico de la literatura francesa que se presenta con estas pintas en la nueva edición de Alba, y de cuya traducción son responsables María Teresa Gallego y Amaya García Gallego.
El viejo Roland, joyero jubilado, se retira junto a su esposa a Le Havre para entregarse a su pasión por el mar y los barcos. Hasta allí acuden sus hijos, Pierre y Jean, recién licenciados de sus estudios en París, uno médico, el otro abogado, para disfrutar de las vacaciones y planear su futuro. La armonía de la que disfruta este hogar, frecuentado por una jovencísima viuda con quien comparten excursiones, almuerzos y paseos por los alrededores, se verá sacudido por la llegada de una misteriosa herencia que recae en uno de los hermanos. El legado detona una rivalidad latente. Las dudas asaltan al no favorecido, Pierre, que arrastrará a su soñadora y distante madre –magnífica representación del universo femenino– a un callado infierno.
Escrita por Maupassant en el verano de 1887, esta novela de breve extensión describe vívidamente la atmósfera de las calles de una ciudad marítima, los cafés abarrotados, el gozoso tiempo estival, las travesías marinas…, ambiente que envuelve la vida descansada de una familia de la pequeña burguesía francesa a fines del XIX, y que es la gestación de un drama familiar.
Magistral historia, Pierre y Jean es uno de los grandes estudios de carácter de Maupassant, donde el personaje principal, según señalaba Italo Calvino, «renueva, de interrogante en interrogante, de acceso de ira en acceso de ira, la toma de conciencia de un Hamlet, de un Edipo».